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Actualizado: 21 de noviembre de 2025
Es que... ¡hija de mi alma, tu desgracia es aún mucho mayor!... Gonzalo está enamorado de tu hermana. Cecilia se puso aún más pálida, hasta dar en lívida, y guardó silencio. Su madre le volvió a besar la mano con efusión. Después la trajo hacia sí y le cubrió de besos el rostro.
Clarence King que, si por desgracia y lo que Dios no permita, se agotasen nuestros recursos y tuviésemos que abandonar la gran Antilla, no hay español peninsular que sueñe por espíritu vengativo con que aquello se vuelva ó yankee ó merienda de negros. Por cima del patriotismo y más allá del patriotismo, vive y alienta en nosotros el amor de casta ó de raza.
Esta era la causa de su insistente deseo de aplazar la boda: de una parte quería ocultar la infamia de su nacimiento, y de otra aquel extremo parecido perturbaba sus ideas hasta el punto de hacerle temer que, como heredó la belleza, heredaría también la desgracia y la deshonra. Calma, reflexión, frialdad, todo era inútil.
Los cuernos de los toros no le daban miedo. «Peores cornás da el hambre.» Lo importante era subir de prisa, y el público le había visto comenzar como espada, logrando en pocos años una inmensa popularidad. Le admiraban por lo mismo que tenían su desgracia como cierta. Enardecíase el público con infame entusiasmo ante la ceguera con que desafiaba a la muerte.
-Con todo eso -replicó don Quijote-, querría saber de cada uno dellos en particular la causa de su desgracia.
¡Huíd! gritaron Van-Stael, Van-Horn y los dos jóvenes, echando mano de las armas. Los chinos, al oír el clamoreo de los caníbales y al ver caer sobre ellos una lluvia de azagayas y bomerangs, comprendieron, al fin, el peligro que les amenazaba, y al punto se les disiparon los vapores de la borrachera. Por desgracia, era ya demasiado tarde para que pudieran embarcarse en las chalupas.
Quizá no fuese todo sino un poco de esa simpatía que, a modo de limosna, dispensa el poderoso al miserable. El pesimismo, compañero eterno de la desgracia, le dijo que acertaba. ¿Qué otra cosa podía ser? Pero luego la imaginación venció a la cordura y el desvarío del pensamiento se sobrepuso a la mentida frialdad de que Pepe quiso hacer alarde ante sí propio.
Dice Juan murmuró saliendo al patio que telegrafíen en seguida al doctó Ruiz. El apoderado le contestó, satisfecho de su previsión. Ya había telegrafiado él a media tarde, al convencerse de la importancia de la desgracia. Era casi seguro que el doctor estaría a aquellas horas en camino, para llegar a la mañana siguiente.
Y así crecía de hora en hora el peligro de que ese cuaderno en que Olga había escrito su confesión, cayese en manos de su tía. ¡Que se le antojara escudriñar entre los volúmenes que guarnecían el estante, y sucedía la desgracia!
Esa tarea cruel se queda para los cobardes y los viles, que por desgracia nunca faltan y para esas turbas de merodeadores que van como buitres en seguimiento de las tropas y en busca de fáciles presas. Si no me engaño, allí á la derecha del camino hay una casa entre los árboles. Una capilla de la Virgen, dijo Froilán, y á su puerta un anciano pordiosero.
Palabra del Dia
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