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Dueñas, déselas Dios a quien las desee: mirando estoy dónde las echaré. QUEVEDO, Visita de los chistes. Meterte a sacomano me atreviera; mas ante Elvira aféitate la cara, y tal tu dura enjundia me prepara, que en ti abra cala un espetón siquiera. Desperdicios de un soneto.

Quien desee formar una idea de la profunda antipatía que tenían los españoles á los ingleses, puede leer la Dragontea y la Corona trágica, de Lope, y la Oda al armamento de Felipe II contra Inglaterra, de Góngora.

No quieren darme por ella ni la vigésima parte de su valor; pero mientras se presenta un extranjero que desee realmente adquirirla, estoy dispuesta á vender los pavimentos y los techos, que es lo único que vale algo, para que no sufras apuros y nadie ponga en duda el honor de tu nombre.

Tardó un instante en responder; al fin dijo gravemente con manifiesta sequedad: Para eso estoy aquí, para confesar a todo el que lo desee. La faz pálida de la joven se coloreó fuertemente, sus labios temblaron como para dar las gracias; pero no dejaron escapar ningún sonido.

La abuela, de acuerdo con el mundo, no las quiere nada, aunque tenga una profunda amistad con algunas de ellas... La abuela estaría enteramente desolada si yo me quedase soltera. Comprendo que la buena señora desee establecer a usted, pero en fin, ¿qué reprocha al celibato? Confieso que no veo bien el por qué de su animosidad, aunque me cuenta del de su preferencia.

Se quedó la pobre, pálida y temblando, como si vacilara sobre ella la mole del peñón de Bejos, y me vi y me deseé para arrancarla una respuesta tan terminante como yo la quería.

Es consolador, ensancha el corazón y levanta el ánimo el aspecto marcial y la resolución que se advierte en todos los pasajeros. No hay uno entre ellos, que no desee tropezarse con los alzados, "esos canallas, miserables, traidores, que no pagan ni fritos lo que están haciendo". Lo malo es que aquella actitud y este lenguaje solo prevalecen hasta que llega el tren á Camagüey.

Le deseé buena noche y me fui a recorrer el tren de un extremo a otro. Nada más cómodo que esa facilidad que permite estirar las piernas y distraerse con el cambio de aspectos. ¡Cómo volaba aquel monstruo para cuya carrera la tierra parecía ser pequeña! Vista desde el último vagón, la vía daba vértigo.

En otro libro que preparamos sobre el estado actual de la Europa, nos ocuparémos separadamente y con la extension necesaria de nuestra amada España. Aquí solo apuntamos detalles y algunos datos estadísticos de verdadero interes para el que desee conocer un poco la patria de Cervantes y Calderon.

En las mil alternativas y vicisitudes de mi vida, bajé, subí, caí y levanteme; creí tocar con mis manos fatigadas el fondo de aquel mar de la borrascosa desventura, donde transcurrió mi niñez, y fuerzas ignoradas me sacaron de nuevo a la superficie; luché y padecí, deseé la muerte y amé la vida; grandes vaivenes y sacudidas experimenté; pero cuando subía, y bajaba, y luchaba, y vivía, y moría, jamás dejé de percibir aquella luz, encendida ante la desgracia, lejana estrella a quien consideraba como expresión de lo divino y sobrenatural que hay en la existencia.