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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Dime, hija mía, lo que deseas, porque todo es preferible al oculto pesar que aflige tu corazón. ¿Habla usted de veras, papá? exclamó Magdalena, en cuyos ojos brilló un destello de alegría. ¿Va usted a complacerme? Sí, aunque sea contra mi voluntad. Así, pues, ¿me permitirá bailar un vals, uno solo, con Amaury? Sí; si así lo quieres, sea dijo el doctor.
Perdón, señora replicó la joven con extremada cortesía ; ¿podría decir a usted antes cuatro palabras? La baronesa la vio vagamente inquieta. ¿Qué deseas? le replicó con acritud. Señora, ¿me permite usted que le recuerde la conversación que tuvimos en secreto en su habitación de usted hace quince días?
Federico, ¿deseas algo?... Su amigo Federico le contestaba con voz débil y humilde, procurando á continuación mantenerse silencioso. Despertó Robledo por tercera vez, pero ahora la luz del día marcaba con líneas de claridad las rendijas de su ventana. Un ruido había cortado su sueño, obligándole á echarse de la cama con sobresalto.
¿Pues qué dices entonces, que te quedas ahí callado? ¿Tienes algo que echarme en cara? ¿No me gano yo la vida trabajando honradamente, sin pedírtelo a ti ni a nadie? ¿Te he pedido algo, te he pedido algo? ¿Ando yo con otros? ¿Quién te dice semejante cosa? Pero sucede que hoy por hoy lo que tú deseas, es decir, lo que deseamos, es imposible. ¡Imposible!
Esta mujer, dominada por su quimera, iba á olvidar el objeto de su visita, divagando sobre los caprichos posibles de la suerte, como Spadoni ó como el mismo Castro. ¿Y qué deseas de mí? Alicia pareció despertar, y otra vez su sonrisa fué audaz y graciosa, como al principio de la entrevista, una sonrisa de solicitante que llega con la firme voluntad de conseguir lo que quiere.
¿Deseas volver a aquella horrible prisión, más cerrada y más sombría que la casa de los Requejos? le dije con exaltación, estrujando sus manecitas entre las mías. Más vale esperar me contestó . Llévame a mi casa. ¡Otra vez allá! exclamé deteniéndola en su marcha con la barrera de mis brazos, que hubieran querido ser muralla indestructible para separarla del resto del mundo . ¡Otra vez allá!
Jugurta te hará mas satisfecho, Señor, de aquello que saber deseas, Que vesle vuelve lleno de despecho. Torna JUGURTA por la mesma muralla. Prudente General, en vano empleas Mas aqui tu valor, vuelve á otra parte La industria sin igual de que te arreas. No hay en Numancia cosa en que ocuparte, Todos son muertos ya, solo uno creo Que queda vivo, para el triunfo darte.
La más joven contemplaba fijamente, con estupor doloroso, la alborotada barba del cadáver. No, no te acerques, niña dijo bondadosamente don Juan . Sería una impresión demasiado fuerte.... Sé lo que deseas. Tendrás su cabello; ya arreglaré yo eso en el cementerio. Y don Juan, empujando dulcemente a Tónica y Micaela, las sacó del salón, mostrando con ellas una solicitud paternal.
Volvió Morales á su patria con el orgullo y la aureola de un mártir político. El grande hombre del partido, que era ahora gobernador de la provincia, le estrechó la mano, honor que hizo llorar al mestizo. Te conozco, héroe; eres un superviviente de la noche inolvidable. Ya quedan pocos.... ¿Qué deseas obtener?... Morales era de fácil contentamiento. Quería, simplemente, entrar en la Policía.
Hermano Saavedra, si te arreas De ser predicador, esta no es tierra Do alcanzarás el fruto que deseas. Dexate deso, escucha de la guerra Que el gran Felipe hace, nueva cierta, Y un poco el pesar de ti destierra. Dicen que una fragata de Biserta Llegó esta noche, y alli viene un cautivo Que ha dado vida á mi esperanza muerta.
Palabra del Dia
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