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Actualizado: 23 de julio de 2025
Así las cosas, corrían los días y las semanas, y el empleo deseado no venía. En verdad que la idea de alejarme de Villaverde no me halagaba. No sólo me detenía en la budística ciudad el amor de los míos, no; cuando me ocurría que acaso sería preciso ausentarme, pensaba yo con tristeza en Angelina.
A vista de esto, parecia como preciso el abandonar el establecimiento de la Bahía de San Julian, dejando en él una columna ó pilastra que contuviese las reales armas, y una inscripcion que acreditase la pertenencia de aquel terreno, el cual fuese reconocido todos los años, al mismo tiempo que lo es Puerto Egmond en las Islas Falkland, pudiendo entonces egecutarse tambien al Deseado.
Pero sea lo que fuere, nosotros hablamos, sea portento o no; que lo que el cielo tiene ordenado que suceda, no hay diligencia ni sabiduría humana que lo pueda prevenir; no sabemos cuánto durará esta nuestra ventura, sepamos aprovecharnos della, y hablemos toda esta noche, sin dar lugar al sueño que nos impida este gusto, de mí por largos tiempos deseado.
Pero en los liberalescos años de 71 y 72 ya era otra cosa... La policía fiscal no se metía en muchos dibujos. El temerario contrabandista, no obstante, hubiera deseado tener un mal encuentro para probar al mundo entero que era hombre capaz de arruinar la Renta si se lo proponía.
Lacante movió la cabeza sin replicar, y siguió diciendo: Deseo de todo corazón que ese matrimonio le haga a usted feliz. Acaso hubiera deseado para usted una esposa cuyos gustos estuviesen más en relación con su fortuna. Sin embargo, si, como espero, Luciana es una mujer de corazón, sabrá sacrificar sus gustos en la medida necesaria.
He intentado mantenerme en este estado, pero como no tengo con quien compartir el sufrimiento a mi lado, no he tardado en recabar toda mi piedad para mí solo. 3 de septiembre. Con frecuencia he deseado volver a ver ese monasterio abandonado, en cuyos claustros silenciosos tantas conmovedoras inspiraciones había recibido.
El viento le fue propicio y avanzó con rapidez hacia el Sur. Aunque había llegado el verano de aquellas regiones, el frío empezó a sentirse. La costa parecía que no acababa nunca. Lo que iba acabando era la paciencia de Morsamor y de sus compañeros. El estrecho deseado apareció por fin, consolándolos y entusiasmándolos. La nave Argo entró por él con valentía.
Salí de aquel consultorio como un hombre beodo. He dicho que muchas veces había deseado la muerte, y sin embargo, aquel día amaba yo la vida, a pesar de mis horribles sufrimientos. Embargada mi mente, como debe suponerse, caminé hacia mi casa por calles apartadas, temeroso de encontrar alguna persona conocida.
El falso gozo que la hacía reír a cada instante no era buena señal, y hubiera él deseado que hablase menos. Pero todo se volvía contar el lance con Aurora, dándole proporciones trágicas, y una vez concluido, lo empezaba de nuevo, revelando contra la que fue su amiga una saña implacable. Ballester la contradecía suavemente, recomendándole la prudencia, la tolerancia y el perdón de las injurias.
¿Cómo me puedo engañar en lo que digo, traidor escrupuloso? -dijo don Quijote-. Dime, ¿no ves aquel caballero que hacia nosotros viene, sobre un caballo rucio rodado, que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro? -Lo que yo veo y columbro -respondió Sancho- no es sino un hombre sobre un asno pardo, como el mío, que trae sobre la cabeza una cosa que relumbra. -Pues ése es el yelmo de Mambrino -dijo don Quijote-. Apártate a una parte y déjame con él a solas: verás cuán sin hablar palabra, por ahorrar del tiempo, concluyo esta aventura y queda por mío el yelmo que tanto he deseado.
Palabra del Dia
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