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Actualizado: 23 de junio de 2025


Desgraciadamente, no siempre se encuentra lo que se necesita; y el hombre es demasiado impaciente para aguardar que los siglos que él no ha de ver, proporcionen á las generaciones futuras el descubrimiento deseado. Si no encuentra, finge; en vez de construir sobre la realidad, edifica sobre las creaciones de su pensamiento.

Olvidarla... Siendo lo que hubiera deseado, era precisamente lo que no podía hacer. Y es extraordinario cómo su cuerpo, desde el más invisible cabello de su cabeza al tacón de sus zapatos, era un vivo deseo, y cómo al cruzar el hall para ir adentro, cada golpe de su falda contra el charol iba arrastrando mi alma como un papel.

Después hizo con la boca unos mimos muy particulares. Su contestación no tardó mucho. «Le diré a usted... dinero tengo, pero no si podré disponer de él. Me traerán mañana unas cuentas muy gordas...». Mirábala a los ojos con impertinente fijeza. Rosalía hubiera deseado que no la mirase tanto y que le diese pronto el dinero.

Con esto quedó contento el gobernador, y esperaba con grande ansia llegase la noche y la hora de cenar; y, aunque el tiempo, al parecer suyo, se estaba quedo, sin moverse de un lugar, todavía se llegó por él el tanto deseado, donde le dieron de cenar un salpicón de vaca con cebolla, y unas manos cocidas de ternera algo entrada en días.

En sus conversaciones a solas con su madre, era expansiva, entusiasta, y hasta un poco charlatana: en público permanecía inmóvil y silenciosa, como una bella flor; pero sus magníficos ojos hablaban por ella. Después de haber llevado a cabo con ayuda de Dios aquella obra encantadora, la marquesa habría deseado descansar, y ciertamente que tenía derecho a hacerlo.

Este consuelo se convirtió en pena al reconocer que perdido su santo Cristo y buscado por todas partes no se pudo hallar, y en toda aquella noche no pegó los ojos por la pérdida de su Señor, que le había dado tanto aliento y vigor en aquellas angustias, hasta llegar al término deseado.

Estoy lejos de ella, muy lejos; hace mucho tiempo que no la veo, y necesito oir su nombre, ¡necesito que alguno sepa que la amo, que la adoro!...» Pero llegaba el momento deseado, y mis labios permanecían mudos, y el corazón quería salírseme del pecho.

Comprendí su criminal designio, pero no tan pronto que no tuviera él tiempo de murmurar jadeante, lanzando un terrible juramento: ¡Esta vez no se escapará! El golpe que le di en medio de la neblina no produjo el efecto deseado; pero aquí, una vez caído abajo, no podrá volver a meterse en mis asuntos. ¡Abajo con usted!

El segundo, abrir por aquí camino más breve para las Misiones de los Chiquitos, cosa que siempre sumamente se ha deseado, por evitar la suma distancia que hay por el camino de Tarija, porque se presumía que los Zamucos se acercaban mucho al Chaco y al Pilcomayo, y por allí también entró en esta ocasión un Jesuita para venirse á encontrar con los demás.

La que, tal vez, o de seguro y sin tal vez, inspiraba amor a muchos hombres de valía; la que con una mirada, con un ligero favor, los hubiera podido llenar de orgullo y de dicha, le amaba a él sólo, y para él sólo guardaba toda la ternura de su corazón, y todo aquel tesoro de belleza, tan deseado y encomiado.

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