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Actualizado: 23 de junio de 2025


Mi tío me abrazó, pero al sentir su pecho sobre el mío, yo hubiera deseado que no lo hubiera hecho. Sentía vergüenza de mismo; deseos de desprenderme de él, de no verlo, de no haberlo conocido. ¿Amaba a Blanca? No: ¡qué diablo! no la amaba, no la había amado nunca, no habría podido amarla y menos desde aquel día.

Y todos se sentaron a jugar, sin hacer más caso de ... Erré solitario como una ánima en pena, de un lado a otro, de mesa en mesa, sin saber dónde ocultar mi ignorancia y mi vergüenza. Hubiera deseado que me tragara la tierra, porque la empresa de interrumpir a aquellos fanáticos para despedirme era harto difícil. Y tanto, que al fin salí huido como un ladrón...

Por esto he deseado la muerte. ¡Qué diferencia, Manuela! Aquél... ¿no lo sabes?... aquél murió de amor por . Para éste soy un juguete, medio de poseer una fortuna. Este no comprende siquiera el amor. Le escarnece.

El amor tiene que recibir satisfacción. En la plena felicidad muere, pero después de haber vivido. Conservarle la vida de miedo de que muera, es como matarse porque se tiene que morir. Pero la vida del amor depende de una condición: la observancia de las leyes. Piense usted en su difunta hermana. ¿Qué habría deseado usted para ella, si hubiera vivido? Que hubiera amado a un hombre que la amara.

Durante tres meses se habían casado en abril vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía en seguida. La casa en que vivían influía no poco en sus estremecimientos.

Allí pasó la niñez y llegó a la adolescencia Fermín, a quien su madre había deseado hacer clérigo. «Pastor y vaquero ha de ser, como su abuelo y como su padre», gritaba el licenciado cada vez que la madre hablaba de mandar al niño a aprender latín con el cura de Matalerejo. El comercio de ganado no fue mejor que el de vino.

Lo que se puede decir de este Puerto Deseado es que, como puerto, se puede contar entre los mejores del mundo. Ojalá que correspondiera la tierra; pero es árida, y falta de todo lo necesario para poblacion. No hay árboles que puedan servir para madera: solamente se halla en las quebradas alguna leña menuda para hornos y para guisar la comida.

Ni yo que te diga, Silvia mia, Sino que á tal estremo soi venida, Que le tengo de amar sea quien se fuere; Solo te ruego, que procures, Silvia, De ablandar esta fiera tigre Hircana, Y atraerle con dulces sentimientos A que sienta la pena que padece Esta misera esclava de su esclavo: Y si esto, Silvia, haces, yo te juro Por todo el Alcoran de buscar modo Como con brevedad alegre vuelvas Al patrio dulce suelo deseado.

El día siguiente, que era viernes, no hallamos qué comer, y el sábado, por providencia de Dios, cogimos alguna caza y una tortuga para el Padre. Al fin quiso Dios consolarnos, descubriéndose el camino tan deseado de los Chiquitos.

Venció sus temores, y habló. Un amigo como el que ahora has deseado, dijo, con quien poder llorar sobre tu falta, lo tienes en , la cómplice de esa falta. Vaciló de nuevo, pero al fin pronunció con un gran esfuerzo estas palabras: en cuanto á un enemigo, largo tiempo lo has tenido, y has vivido con él, bajo un mismo techo.

Palabra del Dia

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