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Actualizado: 16 de julio de 2025


Aún tardó algunos minutos en comenzar el desagüe de la cazuela, y el estrepitoso descenso por las escaleras abajo. Cogiéronse Amparo y Ana de bracero, y empujadas por todos lados arribaron al vestíbulo y de allí salieron a la calle, donde el frío cortante de la noche liquidó al punto el sudor en que estaban ensopadas sus frentes.

Hay que decir como antes que miraba desde el lóbrego hueco de un pozo que a cada instante era más hondo. Su respiración fue de pronto muy fatigosa. Suspiró varias veces, oprimiendo sobre su pecho con más fuerza las manos de los dos jóvenes. Teodoro puso en movimiento toda la casa; llamó y gritó; hizo traer medicinas, poderosos revulsivos, y trató de suspender el rápido descenso de aquella vida.

La cabeza se me caia, y todo rodaba en torno mio, como si me hallase en alta mar. Pocas veces me he visto asaltado de un malestar que más me afligiese. Mi mujer lo conoció inmediatamente, y cogidos del brazo, empezamos á bajar la escalera, detrás de la criada. Aquello era el descenso de la cruz, pero siquiera era el descenso. El equipaje quedó en las alturas.

Esta accion del oro se estiende á las túnicas de los vasos y á todos los órganos huecos, por lo cual es un medicamento precioso y muchas veces superior á la sal marina, á la sepia y á la nuez vómica en el estreñimiento por atonía del intestino grueso, en ciertas relajaciones de los órganos genitales de la mujer, en el descenso de la matriz, en la hernia intestinal, en las gastro-atonías y las gastralgias rebeldes.

Eran las dos y media de la madrugada; en un hotel que allí existe tomamos café con leche, y seguimos nuestro camino, que desde allí es de descenso, y de descenso constante, no interrumpido un momento hasta llegar al mismo Ginebra.

Ciento veinte pilares sostienen las lujosas bóvedas; hemos contado veintisiete capillas, y admiro los bajo-relieves, en bronce dorado, del altar mayor, un precioso grupo de mármol, que representa el descenso de la cruz, la estátua de la Vírgen, la de San Cristóbal, de nueve ó diez metros de altura, y otro grupo de mármol llamado el voto de Luis XIII, que representa una cruz de piedra blanquísima, medio cubierta por un paño con una maestría notable; al pié de la cruz aparece sentada la Vírgen María, teniendo en sus brazos al niño Jesus.

Y repuesto por unos meses de descanso y holgura, a causa de haber vendido su casucho y unas vacas, Muiños entró en el buque con un aspecto engañador de hombre sano. El ambiente del mar y la vida de a bordo habían sido fatales para él: cada día transcurrido marcaba un descenso de su salud.

En el resto de la tarde habían evitado encontrarse otra vez: ella como arrepentida de su debilidad, él con remordimiento. Luego de la comida, mientras Fernando quedaba solo en el paseo, con visible propósito de aislarse de todos, Mina emprendió con el pequeño Karl el descenso al camarote, para no volver a mostrarse hasta el día siguiente. Aquella noche ¡ay! no iba a ser de ensueños...

Maltrana abandonó a su amigo. Sentía la necesidad de relatar el interesante descenso a los frigoríficos «a sus muchas amistades», o sea a todos los pasajeros que podían entenderle. El toque para la comida, que se daba en plena noche al principio del viaje, con los focos de luz inflamados, sonaba ahora cuando el sol estaba todavía en el horizonte.

Vió a alguien que se movía a través de un cristal. Estaba a cuatro o cinco metros de la calle, cuando oyó ruido de pasos. Se detuvo en su descenso y ya comenzaban a dejar de oirse los pasos cuando cayó a tierra, metiendo algún estrépito. Uno de los nudos debía de haberse soltado porque le quedaba un trozo de cuerda entre los dedos. Se levantó. No hay avería.

Palabra del Dia

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