Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de julio de 2025
Nunca, lo repito, me fue dado contemplar cuadro tan soberanamente bello, ni aun en el Océano, cuando se sigue al sol en su descenso, formando uno de los vértices de aquel triángulo glorioso de Chateaubriand, ni aun entre las gargantas de los Andes, sobre las que cae la noche con asombrosa rapidez y que quedan envueltas en la sombra, mientras las cumbres vecinas brillan bajo los rayos del sol, lejos aun de dar su adiós a nuestro hemisferio.
Ignorando la inmovilidad del centro en torno del cual rodaban, creían con la mejor buena fe que el movimiento era de avance. «¡Cómo corremos! ¿Adonde iremos a parar?» Y Febrer sonreía, apiadado de su simpleza, viéndolos ufanarse de la rapidez de su progreso, cuando estaban en el mismo sitio, de la velocidad de una ascensión que emprendían por milésima vez y había de ser seguida fatalmente por el descenso cabeza abajo.
Creo, sin estar muy seguro de ello por no haber fijado la atención con gran empeño en el cuadro, que por allí comienza el verdadero ensanche de la cuenca, y el río a descansar un poco de las fatigas de su rápido descenso, tendiéndose a la larga en buenos trechos casi llanos y bien iluminados por el sol.
Las innumerables moléculas de agua son invisibles mientras el aire no se encuentra saturado; pero si el crecimiento de humedad ó el descenso de la temperatura determinan el punto de saturación, inmediatamente las partículas de vapor se condensan, se convierten en gotitas de niebla ó de nube, y se engloban con millones de otras moléculas, formando un volumen inmenso, suspendido en las alturas.
Como consecuencia del descenso de las tierras, la base del tronco está sumergida en el agua y ceñida de cañas y brozas flotantes. De un salto puede posarse uno sobre la isla que se estremece, y luego, extendiendo los brazos para mantener el equilibrio, se sube con precaución y á cortos pasos por el árbol, que se mece como un sér vivo.
El remedio, en esta ocasión, casi nos parece peor que la enfermedad. ¿Por qué ha de castigar Dios a quien anhele conocerle? ¿Por qué ha de coincidir el poeta con quien inventó en prosa esta célebre frase: la funesta manía de pensar? ¿Por qué, desde el empleo de nuestras más nobles facultades en el estudio de la metafísica en general, y singularmente de la teodicea, hemos de descender, con inevitable descenso, a la borrachera y a los amores libidinosos, y todo ello sin regocijo, sino con furia, rechinar de dientes y maldiciones como de precito?
El mar, que visto desde lo alto del buque sólo estaba rizado por suaves ondulaciones, era ahora una interminable sucesión de montañas enormes de angustioso descenso y de sombríos valles, en los que el bote parecía que iba á quedarse inmóvil, sin fuerzas para emprender la ascensión de la nueva cumbre que venía á su encuentro. Los tres hombres remaron varias horas.
La recaída de mi tío; el descenso de la temperatura, con el subsiguiente despejo de sendas y caminos, y la salsilla de «lo de ayer» llevaron a la cocinona aquella noche un gran golpe de tertulianos.
Ese descenso interminable, por un camino que la calzada de piedra destruida hace imposible, el sol, que caía a plomo, la mula, cansada, afirmando el pie lentamente en las puntas de los guijarros sueltos, todo empezaba a darnos fiebre.
En esta faena y brega estaban entretenidas las pronunciadas, sin reparar que el sol calentaba más de lo justo y que ya eran casi las once de la mañana, cuando un rumor contenido, temeroso, leve al principio, se propagó entre el concurso cayendo como lluvia helada sobre el entusiasmo general, y causando notable descenso en los gritos y vociferaciones que coreaban el arranque de las piedras.
Palabra del Dia
Otros Mirando