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Actualizado: 16 de julio de 2025


Díjose entonces en España por proverbio «Los Gelves, madre, malos son de ganaraunque no pudiera presentirse que habían de ser teatro de desastre harto más serio, por uno de los mayores de la historia militar española, así en pérdidas de personal y material, como en la más sensible de la reputación y de la confianza ganada con tantas victorias anteriores.

En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fue mi padre, que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho, con cargo de acemilero de un caballero que allá fue, y con su señor, como leal criado, feneció su vida.

Felipe se la entregó maquinalmente, mientras se deshacía en protestas exageradas para convencer a Alberto de que si le había agujereado el sombrero había sido sin intención deliberada... ¡Soberbia carrera acabo de emprender por vuestra culpa, caballeritos! dijo el conde bajando del coche. A Dios gracias llego a tiempo de evitar un desastre.

El honor militar tal como había venido entendiéndose á través de los siglos lo desconocían también sus generales. Estos especialistas del incendio de poblaciones, estos técnicos del fusilamiento de campesinos, estos artífices del terror, al ver próximo el desastre, se marchaban tranquilamente á sus castillos, como oficinistas que abandonan el trabajo.

Yo expliqué las causas de mi renuncia, procurando convencerlo de que ella era completamente extraña al reciente desastre comercial; pero don Eleazar, conmovido, a pesar del apetito con que devoraba sus viandas, se daba maña para lamentarse con palabras que partían el corazón.

Algunos mas mancebos presos fueron Que en aqueste motin fueron culpados; Procesos contra todos se hicieron, Mas fueron sobre peine fulminados. Mosquera, y el Villalta, que huyeron A Santiago, en mal punto ya llegados, De su triste desastre dieron nueva, Y á Lerma de su intento dieron prueba. El Licenciado Lerma en este punto Entraba á gobernar en Santiago.

Del nuevo desastre brotaron nuevas llamadaras de dolorido amor, un loco anhelo de redimir de una vez para siempre la santidad de su ternura. Sobrevinieron mellizos, y punto por punto repitióse el proceso de los dos mayores. Mas, por encima de su inmensa amargura, quedaba a Mazzini y Berta gran compasión por sus cuatro hijos.

Isidora no hizo caso. El día de Inocentes salió un rato. Al volver, Mariano había revuelto todo el cajón alto de la cómoda. «¿Qué haces? preguntole su hermana, previniendo algún desastre. ¿Aciértame que tengo aquíle dijo Mariano mostrándole su puño cerrado.

El abate se perdió en una meditación muy agradable; se encontraba como en su casa, demasiado en su casa; sus ideas se confundían y embrollaban poco a poco. La meditación volviose pesadez, y la pesadez somnolencia; pronto el desastre fue completo, irreparable. El cura se durmió; se durmió profundamente.

No se trata de dar ni recibir lanzadas y mandobles, sino de la calamidad irremediable que nos sucedió en aquel figón, donde nos quedamos sin la más apetitosa empanada de liebre que he visto en mi vida porque el bruto del posadero, en lugar de sal, la llenó de azúcar. ¡Dios de justicia, cómo olvidar tamaño desastre! ¡Ja, ja, ja!

Palabra del Dia

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