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Actualizado: 29 de junio de 2025


De aquí el desairado y mal papel que una persona de los años, de la seriedad y la importancia de don Paco no podía menos de hacer en apariencia, o bien siendo rival de Antoñuelo, o bien de acuerdo con él para cortejar a la madre uno y a la hija el otro.

Ese tontuelo de don Mariano no ha de tener ojos ni seso cuando no te elige a ti, que pareces mandada hacer para él!... ¡Los dos sois generosos y tranquilos, los dos aficionados a la lectura y a la música, los dos de una edad correspondiente!... Dejando pasar otra pausa, y con voz todavía más apagada, dijo Laura: Pues ya lo ves, él te ha elegido... y me ha desairado.

Cuando se mudaba de cuarto, esta supremacía domiciliaria iba con ella a donde quiera que fuese. Si algo desairado o ridículo le ocurría, lo guardaba en secreto; pero si era cosa lisonjera, la publicaba poco menos que con repiques. Por esto cuando se corrió entre las familias amigas que el sietemesino se quería casar con una tarasca, no sabía la de los Pavos cómo arreglarse para quedar bien.

Á todos sus ruegos y razones respondía cada vez con mayor energía: «¡no quiero! ¡no quieroEl mismo capitán fué desairado. Perdóneme usted, D. Félix le respondió con resolución la altiva zagala. Todo cuanto usted me mande lo haré menos eso. ¡Dejarla! ¡dejarla! exclamó Jacinto con voz alterada. No la molestéis más. Ya no quiero esa prenda de sus manos. Que me la entregue quien no me desprecie.

La misantropía que le entró a Juan Pablo desde su desairado regreso del Cuartel Real no se alteró en aquellos días que sucedieron a la herencia. Hablaba muy poco, y cuando doña Lupe le nombraba el casorio de Maxi, como cuando se le pega a uno un alfilerazo para que no se duerma, alzaba los hombros, decía palabras de desdén hacia su hermano y nada más. «Con su pan se lo coma... ¿Y a qué?».

Era gran maestro en el arte de pechar o dar sablazos, y lo hacía con tal comedimiento, que pocas veces quedaba desairado.

En aquel salón, único en Buenos Aires, Fernanda jugaba su baccarat con don Benito y dos o tres amigos más, las noches vacantes de teatros y bailes; el señor Penseroso hacía su propaganda evangélica, y Blanca en un rincón de la sala enloquecía a mi tío, contándole la gran pasión que había sabido inspirarle entre cien hombres de mérito a quienes había desairado por él.

Ahora y siempre, porque mi tranquilidad, mi acción en la vida y mi vida misma no pueden depender, ¡no deben depender! de la volubilidad de una muchacha ni de dos... y, por otra parte, ¿quieres nada más ridículo, nada más desairado, nada más cursi, que un hombre como nosotros, eternamente triste porque lo dejó una novia para casarse con otro con quien es «eternamente» feliz?... ¡Adonde iríamos a parar!

Tenía la convicción de que aquello era nuevo. ¿Estaría malo? ¿Serían los nervios? Somoza le diría de fijo que ». «De todas maneras, había sido una necedad, y tal vez una grosería, haber desairado a aquellas señoras. ¿Qué estarían diciendo de él en el Vivero?».

Al mediodía volvió Neluco, que no halló en el enfermo nada de particular ni de nuevo, ni quiso acceder al ruego que le hice de quedarse a comer con nosotros; ruego que, por su parte, me había desairado ya el Cura.

Palabra del Dia

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