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Actualizado: 30 de junio de 2025
No puedo admitir que se juegue con el espíritu que busca un amparo bajo una corona de laurel, una corona empapada tal vez en sangre, una sangre vertida quizá por un hermano del que juega con aquella corona. ¡Tambien ha de ser un oficio del hombre el jugar la palma del mártir! ¿Qué dejan al mundo, qué dejan á la vida, si no le dejan esa palma! ¡Comercien en buenhora con la materia; comercien con todo lo del mundo; pero que dejen al alma del hombre la metafísica poética de un laurel, la metafísica poética de una gloria!
Deja tú que tenga reunida una buena cantidad, y verás, verás, cómo me planto en la villa y allí o tomo el tren para irme a Madrid, o un vapor que me lleve a las islas de allá lejos, o me meto a servir con tal que me dejen estudiar. ¡Madre de Dios divino! ¡Qué calladas tenías esas picardías! dijo la Nela abriendo más las conchas de su estuche y echando fuera toda la cabeza.
En una palabra, gentleman: he creado un movimiento de opinión á favor de usted para que su vida sea más higiénica y divertida. El gobierno me ha autorizado para que forme un programa de diversiones. ¿Qué es lo que usted desea?... Yo, espontáneamente, me he atrevido á proponer varias. Quiero que un día le dejen visitar la capital. Esto es más difícil que parece á primera vista.
A mí no se me muere quien yo quiera decía con una fe semejante á la de su padre . ¡A cualquier hora permito que los boches me dejen sin marido!
De todas maneras, hasta acostumbrarse más a estas posturas violentas, no dejen ustedes de agarrarse al respaldo. Ya, ya respondió Bermúdez que no podía agarrarse más de lo que estaba ; pero lo que veo yo es que el agua anda si entra o no entra por este costado, y que vamos echando demonios. Y aunque entrara, ¿qué? ¡Pues digo! ¡como si fuera lo más usual y corriente!
Después de su muerte dejaron del todo estos pueblos la embriaguez y las demás bárbaras costumbres, mudanza por cierto de la mano del Altísimo, pues aun entre cristianos más cultivados se ve todos los días que los dados á la embriaguez, es necesario un milagro de la gracia divina para que le dejen; pues ¿cuánto más sería necesario para estos bárbaros que le habían mamado con la leche?
El gran cacique, dice en su tiana Que al viejo dejen yá, porque delira, Y su hija es doncella muy liviana, Y que á invenciones toles siempre aspira. Cesóle de herir el Chiriguana, Que estaba ya encendido en pura ira, Que no dudo yo cierto, sino fuera Por el cacique, en breve allí muriera.
Esto es, señor, lo que pasa, sin que tenga que deciros otra cosa alguna; suplícoos no me descubráis ni le digáis a don Quijote quién soy, porque tengan efecto los buenos pensamientos míos y vuelva a cobrar su juicio un hombre que le tiene bonísimo, como le dejen las sandeces de la caballería.
Según me han asegurado, debe salir de Madrid mañana por la tarde; su obligación es estar en el cuartel desde muy temprano; pero contando al coronel a su modo la necesidad de trasladar a papá de casa, ha conseguido que le dejen la mañana libre. Por la mañana supongo yo que irá a ver a esa mujer, a cuya casa deben haber llevado hoy a mi padre que, en el fondo, es el culpable de todo.
-Así es como el señor gobernador dice -dijo el mensajero-; y cuanto a la entereza y entendimiento del caso, no hay más que pedir ni que dudar. -Digo yo, pues, agora -replicó Sancho- que deste hombre aquella parte que juró verdad la dejen pasar, y la que dijo mentira la ahorquen, y desta manera se cumplirá al pie de la letra la condición del pasaje.
Palabra del Dia
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