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Actualizado: 8 de junio de 2025


Roberto cumple todas sus obligaciones con la mayor puntualidad: parte leña, ordeña las cabras y, mientras tanto, hace la corte á las dos doncellas. Sus galanterías son acogidas con agrado por las dos jóvenes, y cuando el padre quiere obligarlas á casarse con otro, ambas lo rehusan, declarando que sólo aman á Rosbel.

Halagó mi amor propio declarando que ella habría deseado que yo hubiera sido nombrado su secretario, a lo cual le contesté agradeciendo su cumplido, pero afirmando que semejante cosa no hubiese sido nunca posible. ¿Por qué? me interrogó. Porque usted me ha dicho que el tal Dawson viene aquí a ocupar ese puesto por derecho propio.

La buena señora manifestó que no eran ricos y que sus hijas no podían llevarla al matrimonio. Con esto el presbítero protestó de su intención al pronunciar aquella palabra, declarando que nada había más indiferente a insignificante en el matrimonio que el dinero. «Una niña virtuosa, inocente, piadosa, como su hija, era un tesoro inapreciable.

Le había parecido patriótico vivir en la plaza que lleva el nombre de su país, lo que, según él, le hacía vivir al mismo tiempo en París y en América. Por su gusto, sin embargo, hubiera vuelto hacía mucho tiempo á su país, si su hija no se hubiera opuesto resueltamente declarando que en modo alguno quería abandonar la Europa.

Pronto llega en persona el galán, estúpido personaje, que hace reir mucho con sus torpezas; Inés le da calabazas, declarando que prefiere no tener marido á casarse con un pollino semejante; después se presentan dos judíos como agentes matrimoniales, y le hablan de varios caballeros deseosos de tomar estado.

Cuando en el mismo acto primero una esposa se abraza a su marido, que parte al combate, declarando con noble resolución que quiere seguirle y compartir los riesgos de la lid, Amparo sintió como un nudo, como una bola que se le formaba en la garganta, y haciendo un supremo esfuerzo, se agarró a la barandilla de la cazuela y gritó «¡bien!... ¡muy biendos o tres veces, luciendo su voz de contralto.

Nosotros, por cierto, no le dijimos nada a Walker sobre nuestra curiosa investigación, porque considerábamos en ese momento que el asunto era estrictamente confidencial. El hablaba de mi herida de un modo jocoso, declarando que muy pronto recuperaría mi salud, si es que tenía un poco de paciencia.

Eran cincuenta años que parecían poco más de cuarenta; medio siglo decorado con patillas y bigote de oro oscuro con ligera mezcla de plata, limpios, relucientes, declarando en su brillo que se les consagraba un buen ratito en el tocador. Sus ojos eran españoles netos, de una serenidad y dulzura tales, que recordaban los que Murillo supo pintar interpretando a San José.

La interminable tribu de cada una de sus favoritas, le acosaba con el lloriqueo servil y la codicia insaciable propios de la raza; y el marqués se dejaba saquear, riendo la gracia de estos parientes de la mano izquierda, que le adulaban declarando que era un cañi puro, más gitano que todos ellos.

Aquí le quería pillar, calaverón, tenorio de la calle Alsina... De seguro que está usted declarando su amor a esta señorita, en estilo de factura. Visiblemente irritado Manzanares por la burlona intervención, se apresuró, sin embargo, a contestar, temiendo que Isidro persistiese en sus bromas. No señor; hablábamos de cosas serias, de cosas de allá.

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