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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Pasaba horas y horas mirándose las uñas o frotándose una mano con la otra, dejando escapar de vez en cuando gritos extraños, inarticulados. Tenía cerca un criado que, cuando se mostraba desobediente y se enfurecía, le castigaba. Pero a quien más respeto tenía, y aun puede decirse verdadero temor, era a su hija.
Encuéntranse personas exentas de liviandad, de codicia, de envidia, de odio, de espíritu de venganza; pero libre de esa exageracion del amor propio, que segun es su forma, se llama orgullo ó vanidad, no se halla casi nadie, bien podria decirse que nadie.
Puede decirse que la infeliz tenía la conciencia de que si había alguna compasión hacia ella, debía de esperarla más bien de la multitud, pues al dirigir las miradas al balconcillo, toda tembló y palideció.
Puedo responderos del órgano tan útil como agradable que acabáis de perder. ¡Hablad pronto, por favor! Mi fortuna será entera para vos. ¡Ah, doctor! antes que vivir desfigurado de esta suerte, es preferible morir. Eso suele decirse... ¡pero vamos a ver! ¿dónde está el trozo de nariz que os han cortado?
Debe también decirse que la amoladora es extraordinariamente guapa... un verdadero bocado de cardenal, pizpireta, muy mona, bien formada y además tiene la piel muy blanca y los ojos de color de avellana que siempre miran a los hombres riéndose. ¡Si por casualidad, querido parisiense, llega usted alguna vez a pasar por Beaucaire!...
De modo que puede decirse que si el rey don Felipe no envía á la Invencible contra Inglaterra, no sucede nada de lo gravísimo que ha sucedido esta noche. Desenmarañemos este enredo, y pongámosle claro para dominarle, hermano Quevedo. Decís vos que ese mancebo entró en casa del duque de Lerma amparado de vos, y pudo ver á su tío. Eso es.
Martín llegó a convencerse de que la buena señora tenía una imposibilidad irreductible para enterarse de la cosas. Lo veía todo a su gusto y se convencía de que los hechos era como se los había pintado su fantasía. Si de la madre cualquiera hubiese dicho que le faltaba un tornillo, no podía decirse lo mismo de su hija.
Pero la hilandera sonrió ruborizándose, y ya no hubo más. Todo estaba hablado; no volvieron á decirse que se querían, pero era cosa convenida el noviazgo, y Tonet no faltó ni una sola vez á acompañarla en su camino.
Así, puede con razon decirse que los Pirineos, comenzando hácia la costa del golfo de Lyon, y reproduciéndose en una serie admirable de bifurcaciones, no terminan en realidad sino en la sierra de Ronda, entre Cádiz y Marbella, despues de haber surcado toda la península y determinado un vastísimo sistema de valles escalonados y centenares de rios y riachuelos.
La tristeza le tenía dominado y abatido de tal suerte, que apenas despegaba los labios; pasaba las horas componiendo una gran misa de requiem que contaba se tocase por la caridad del párroco en obsequio del alma de su difunto padre; y ya que no podía decirse que tenía los cinco sentidos puestos en su obra, porque carecía de uno, sí diremos que se entregaba a ella con alma y vida.
Palabra del Dia
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