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Actualizado: 10 de junio de 2025


Vuelve sobre tus pasos si no quieres dejar pedazos de tu corazón entre las malezas de los bosquesSu orgullo le gritaba: «¡Detente! Principios, honor, deber, todo lo pisotearías. Es rica, y pobre; te debe la vida y no debes abusar de ello. Vuelve sobre tus pasos, si no quieres dejar un poco de tu dignidad entre las piedras del camino

Si yo soy un mozo tan terrible como acabas de decir, haces mal en provocarme, pues debes estar segura de antemano de que te obligaré ó te aniquilaré... Ambos se miraron esta vez descaradamente como dos adversarios que miden sus fuerzas. Pero Lea bajó los ojos la primera y, bien por cálculo, bien por verdadera sumisión, respondió: No me amenace usted.

La tonta es una en guardar consideraciones a quien no las merece. Y luego, ¿quién me va a rechazar? ¡La de Osorio! ¡Olé mi vida!... Siento mucho decírtelo, hijo, aunque bien debes saberlo.

Dígalo, por su vida, porque estos señores no me tengan por algún hablador mentiroso. -Hasta ahora -dijo el eclesiástico-, más os tengo por hablador que por mentiroso, pero de aquí adelante no por lo que os tendré. - das tantos testigos, Sancho, y tantas señas, que no puedo dejar de decir que debes de decir verdad.

Lo era, en efecto, con toda la fuerza del término, y, como un soldado que sube valientemente al asalto, iba derecha a su objeto, sin mirar a derecha ni a izquierda, con la vista fija en esta querida divisa para todo el que tiene el culto del honor. «¡Haz lo que debes

Esa vieja es mi madre, y debes hablar de ella con el respeto que merece. En cuanto á dinero, la pobre señora no puede enviar más. Miró Elena á su esposo con cierto desprecio, diciendo en voz baja, como si se hablase á ella misma: Esto me enseñará á no enamorarme más de pobretones... Yo buscaré ese dinero, ya que eres incapaz de proporcionármelo.

Peregrín, debes tener presente que no le has hecho más que una visita en Madrid, y por la noche, según me has dicho apuntó tímidamente D. Juan. El ex-gobernador arrojó a su hermano una mirada de indecible desprecio. Juan, no metas la pata. Peregrín, no por qué... ¡Juan!... ¡Peregrín!... ¡Que no la metas! ¡Que no la metas!

Salió Papitos más pronta que la vista, y estuvo fuera como unos veinte minutos. Su ama la vio entrar en la casa y fue a abrirle la puerta... «¿Te has restregado bien las patas?». señora... mire. Ahora aquí otra vez... ¿Sabes lo que debes hacer siempre que subes?, refregarte bien en el limpia-barros del vecino, en ese que está ahí.

Si tan buena es la impresión que en ti ha hecho repuso doña Manolita , creo que debes lisonjearte y estar muy contenta, porque él no apartaba un punto los ojos de ti y se conocía que te miraba y admiraba con entusiasmo. No te burles, Manuela. No me burlo. Tengo por cierto lo que te digo. Tu deseo de que yo haga conquistas y la buena opinión que de tienes te llevan a soñar con todo eso.

Esto sólo se reúne teniendo buena parroquia, trabajando años y años con los ojos bien abiertos para que nada se escape. Cuando mi biznieto sea mayor, venderemos la diadema, las pulseras, el alfiler de pecho con esos diamantes como garbanzos que quitan la luz de los ojos. Alégrate, Isidrín; no te engañaron: tu abuela es rica, tiene su tesoro; pero solo debes saberlo, pues será para ti.

Palabra del Dia

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