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Actualizado: 25 de julio de 2025


Y no solo á vencernos se despiertan Los que havemos vencido veces tantas, Que tambien Españoles se conciertan Con ellos á segar nuestras gargantas. Tan gran maldad los cielos no consientan; Con rayos hieran las ligeras plantas Que se mueven en daño del amigo, Favoreciendo al perfido enemigo.

Al instante que salió de ella, pidiéronle todos perdon, que concedió francamente. Abreu, con los 50 cristianos que le seguian, se desvió 30 leguas de la plaza, donde no podíamos hacerle daño, y él nos lo hacia desde cualquier parte.

En este pueblo hallamos alguna gente, y unos animalillos como pulgas que andan saltando, y si pican en los dedos de los pies, ó en otra parte del cuerpo, van entrándose y royendo, hasta crecer como gusanillos, semejantes á los que se hallan en las avellanas. Si se acude con tiempo á sacarlos, no hacen daño; pero si se dilata el remedio, se pierden los dedos enteros.

Todo esto digo, alta y preciosa señora, porque me parece que la estada nuestra en este castillo ya es sin provecho, y podría sernos de tanto daño que lo echásemos de ver algún día; porque, ¿quién sabe si por ocultas espías y diligentes habrá sabido ya vuestro enemigo el gigante de que yo voy a destruille?; y, dándole lugar el tiempo, se fortificase en algún inexpugnable castillo o fortaleza contra quien valiesen poco mis diligencias y la fuerza de mi incansable brazo.

Me dijiste: «Mi hija ha muerto»; me manifestaste deseos de que nunca te hablara de ella, y puedes decir si alguna vez he tocado tu vieja herida con la menor alusión. Bien, ¿y qué? ¿Adonde vas a parar? dijo Esteban, tornándose sombrío al oír estas palabras . ¿A qué viene hablarme en un día tan sagrado como el de hoy de cosas que me hacen daño...?

Aquél era un honrado y buen hijo, que no había hecho daño a una mosca, que amaba cordialmente a su padre y que se habría ruborizado de desear el menor mal a su enemigo más mortal.

No creas que es exageración: se me renovaron de repente el dolor y la vergüenza de todos los golpes que había recibido en aquella casa; me acordé del último día que pasé allí; creí verme tumbada en el jergón, mientras Inesilla se gozaba en mi daño; su voz cruel y burlona pareció resonar en mis oídos, y claro está, con los recuerdos volvió el rencor y con el rencor el deseo de venganza. ¡Y qué venganza la que se me venía a las manos!

Un negocio... ¿cómo decir? que importa; que, con ser yo tan necia, se me alcanza que la justicia ha de caer aína sobre esta casa y todo el daño que se puede seguir a vuestra merced. Bien, aguija; aclárate presto. ¿Qué sucede?

Roberto lo notó y exclamó muy asustado: Estás muy pálida, niña, ¿te has hecho daño? Dije que por señas, y agregué que aquello no era nada, que pronto pasaría.

Esta confesión de Mosheim en favor de los jesuítas los honra mucho, porque es uno de sus más declarados enemigos, y porque sin nombrarlas censura de parcialidad y de más ó menos inconsciente falsía las encomiadas Provinciales de Blas Pascal, obra que, según muchos afirman, ha hecho más daño á los jesuítas que la indignación de los soberanos y que todas las calamidades que han caído después sobre su Orden.

Palabra del Dia

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