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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Estoy mejor, gracias. Si sigo así, me parece que mañana o pasado a todo tirar me levanto. ¿Te han curado la cantárida? Ventura se puso a ello ahora; pero no ha concluído respondió, volviendo a fruncir la frente. ; acabo de encontrármela en el pasillo, y me ha dicho que te has incomodado porque te figurabas que lo hacía con repugnancia dijo Cecilia sonriendo con bondad.

Más que mirarla, se puede decir que la examinó despacio durante algunos minutos. Reparó que la moza no llevaba pendientes y que tenía una oreja rota; entonces recordó habérsela partido él mismo, al aplastar con la culata de su escopeta el zarcillo de filigrana, en un arrebato de brutales celos. La herida se había curado, pero la oreja tenía ahora dos lóbulos en vez de uno.

Es lo más amable... replicó doña Desdémona, y llevándola aparte, añadió : Si está bueno y sano... ¡Si viera usted qué contento y qué tranquilo...! Nada, como la persona de más juicio. Yo creo dijo la de Jáuregui , que si no está curado, le falta poco. ¿Y qué hay de eso? Esta mañana volvió Quevedo. Todavía nada... Esperando por momentos... Ella, con mucho miedo.

Pero antes que pudiera empezar a trabajar, otros acontecimientos le arrastraron de nuevo a las aventuras; cayó enfermo, tuvo que abandonar las luchas políticas, y en octubre del 73 estaba definitivamente establecido en Madrid, mas no curado de su superstición redentorista.

Usted está curado de su amor; pero esos amores parásitos son de la familia de la acacia; se arranca el árbol, se queman las raíces y los retoños salen a millares. ¿Quién me asegura que la vista de esa mujer no le hará perder la cabeza? Usted no tiene el cerebro tan sólido para exponerlo a semejante sacudida.

Germana le dijo , he comido con un joven inglés que ya le enseñaré mañana. Estaba más enfermo que usted, según asegura; el cielo de Corfú le ha curado. ¿Quiere usted que nos marchemos a Corfú?

Al cabo de diez minutos largos, la linda cabeza rubia de su esposa asomó por la puerta. ¿Qué me querías, pichón mío? preguntó, sin entrar, en tono distraído, que no encajaba bien con lo meloso de la pregunta. Entra... Son las once, y aún no me han curado el vejigatorio. Yo pensaba que esperarías a que el médico lo hiciese dijo avanzando con vacilación por la estancia.

En aquel momento abriose la puerta, y se presentó el general, apoyado en el brazo de su ayudante de campo. Enrique, al ver al médico, corrió hacia él y tendiéndole la mano, dijo: Doctor, ¿usted por aquí?... En seguida, agregó, presentándonosle: Señoras y señores, es mi Esculapio... el que me ha curado la herida, el que me ha recetado las aguas de Barèges. ¿No es cierto?

El mismo día en que el médico me declaró radicalmente curado, obligome mi tío a volver a París sin perder tiempo, pues mi ausencia podía perjudicarme para los exámenes, y entré en mi casa a las diez de aquella noche, no sin ir antes a llamar a tu puerta; pero o estabas fuera o te habías acostado. Por cierto que después he recordado esta circunstancia muchas veces.

Pero erraron esta vez, como otras muchas veces, sus tiros los demonios porque en lugar de salir con sus intentos, perdieron la presa; llenóse el miserable todo de pavor, y miedo, porque el corazón le decía que esta era cosa del infierno, y no sabía cómo echarlos de ; había oído decir que los dulcísimos nombres de Jesús y de María tenían poder contra esta canalla, pero no se ofrecían á la memoria, hasta que después de mucho trabajo se le ofrecieron y los pronunció: entonces los demonios, como si se viniese abajo toda la casa, huyeron con gran furia, y él, curado en el alma de sus liviandades, entró por el camino de la salvación, con más firmes propósitos y más seso que antes; y con tal mudanza y arrepentimiento de sus yerros, que estando aún con la fiebre se levantó de la cama y fué corriendo á echarse á los piés del P. Caballero, y con más lágrimas que palabras le pidió el santo bautismo.

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