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Actualizado: 29 de julio de 2025
Me encuentro ya en la deliciosa morada de mi cuñado el abate Lamartine, en Montculot, en medio de bosques y de fuentes, en una especie de desierto que parece una abadía. Debiera estar aquí en paz, y sin embargo no es así; los cuidados de madre de familia me siguen por todas partes, incluso aquí mismo. ¡Ah! ¡cuántos reproches debo echarme en cara!
Como el boticario sólo había visto al magullado Antoñuelo y no sabía bien lo ocurrido, hizo su composición de lugar, y fantaseó y dijo a don Andrés que entre don Paco y Antoñuelo había habido una muy reñida pelea, sin duda por los bellos ojos de Juanita; que la pelea había sido en mitad del campo, durante la noche; que don Paco había quedado ileso y que el pobre Antoñuelo estaba tal que se lo podía comer con cuchara, pero que él, con su ciencia y sus cuidados, le sanaría muy pronto.
La prueba es que nosotras estábamos decididas a acompañarte, a no separarnos de ti; pero ahora, que irá contigo tu sobrino Enrique, no tienes necesidad de nuestros cuidados. ¿Qué pretendes darme a entender con esas palabras?
Doña Luisa, desde que su marido descendió á la tumba, concentró toda su vida, todo su cariño, todos sus cuidados en la hija de sus amores. Hasay pasó á casa de Doña Luisa, teniendo Lola su misma edad. Los infantiles juegos y las caricias de Doña Luisa desarrollaron la existencia de sus dos hijas, como ella las llamaba.
No sólo en batalla campal, sino en otros ejercicios y haciendo travesuras de todo género, don Fadrique se había roto además la cabeza otra tercera vez, se había herido el pecho con unas tijeras, se había quemado una mano y se había dislocado un brazo: pero de todos estos percances salía al cabo sano y salvo, merced á su robustez y á los cuidados de la chacha Victoria, que decía, maravillada y santiguándose: ¡Ay, hijo de mi alma, para muy grandes cosas quiere reservarte el cielo, cuando vives de milagro y no mueres!
La carne mas machuca, y mas la muele, Por hallar el lugar ya maculado; Y al fin duran las penas y cuidados, Cuando los males ton mas frecuentados.
A instancias del médico permitió que la señora de Maubán visitase al Rey, a quien prestó solícitos cuidados. La vida del monarca se hallaba, pues, en peligro inminente, a la vez que yo seguía sano y vigoroso; contraste que exasperó a los moradores del castillo ocasionando continuos disgustos y reyertas.
Lleno de estas ideas de arrepentimiento, no perdió tiempo en darle la más completa satisfacción, y en suplicar á su amigo que continuase con su tarea y cuidados, que si no llegaban á restablecer completamente su salud, habían sido indudablemente parte á prolongar su débil existencia hasta aquella hora.
«Tampoco le agradaba a Anita ver a su Álvaro metido en aquellos cuidados domésticos de despedir criadas; y menos encontrarle tan experto en el asunto; todo aquello, de puro prosaico y bajo, era repugnante, pero ¿qué remedio? Álvaro lo hacía por ella, por gozar tranquilamente de aquella felicidad que tantos años de martirio le había costado...».
Entre seria y afable, que el alma de cántaro aquel debió de quedarse cortado. Después eran pormenores sobre los cuidados del hijo a la madre en su última enfermedad.
Palabra del Dia
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