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Este mundo incierto, mentiroso, no es para . Telón corto. Sala locutorio en San José de la Penitencia. Puertas laterales, al fondo un ventanal, de donde se ve el patio. DOROTEA. Ha llegado hace un rato: en el despacho con la Superiora y la Hermana Contadora. EVARISTA. Allí le encontrará Urbano. Mientras ellos hablan allá, cuénteme usted, Hermana Dorotea, lo que hace, piensa y dice la niña.

Cuénteme usted, Casildita, cómo ha pasado esto. En fin, no hay más que conformarse. Gregoria y Casilda en un rincón, rodeadas de media docena de inmóviles fantasmas, contestaban a cada saludo con una nueva explosión de sollozos, y a esto se seguía un tan furioso sonar de narices del concurso, que no parecía sino que estaban todas acatarradas.

Mi querido profesor Flimnap gritaban , siempre he sentido una gran admiración por su sabiduría y soy de los que creen que la patria no le ha dado hasta ahora todo lo que merece por su gran talento. Cuénteme algo del Hombre-Montaña. ¿Es cierto que se alimenta con carne humana, como van diciendo por ahí los hombres en sus charlas y chismorreos?...

Además, tenía deseos de que habláramos algo. Ya ve usted, después de lo sucedido, ¿qué cosa más natural? Y ese poco que habláramos, no había de ser a gritos delante de la gente, ¿verdad, Leto?... Pues cuénteme usted ahora todo lo que le ha pasado desde que nos despedimos en el yacht.

Es verdad. Cuénteme usted. Yo quiero que usted se corrija. Tal vez la falta es mucho menos grave de lo que usted mismo piensa. Tal vez no pasa de ser una ligereza trivial dijo con más ansiedad é interés Paula. Dígame usted; yo le daré consejos.... Cuénteme usted.

Estaba en lo más negro de la negrura del <i>spleen</i>, y pasó por la idea de pegarme un tiro o de arrojarme de cabeza al mar. Todo por un amor desgraciado. Cuénteme usted eso y le daré buenos consejos. No me hacen falta. Yo me entiendo solo. Yo conozco a la mujer que le trae a usted a tan lastimoso estado. Usted no conoce nada. Dejemos esa cuestión y no hablemos más de ella.

Vamos, cuénteme usted, que yo ia absuelvo en seguida. A las niñas bonitas se les perdona todo. Diciendo esto, miró de nuevo á Clara; pero ya no se sonreía: estaba serio, y había en su voz cierta agitación que ella no pudo notar. Cuidado, no se caiga usted dijo, extendiendo su brazo por la cintura de la huérfana, como si ésta hubiera tropezado.

Hoy he oído á un zapatero de la calle de la Comadre repetir de memoria un trozo largo de lo que usted dijo anoche. Pero cuénteme usted. ¿Qué habrá? Es muy sencillo. Es preciso pasar por encima de los falsos liberales que están hoy en el Poder. Es preciso pasar; pues bien: esta noche se pasará. ¿Y de qué manera? Estas cosas no se hacen sino de una sola manera. Usted bien lo sabe.

¡Oh! Mariana dijo la linda inglesa. Pero la historia del peluquero es todavía más divertida replicó Mariana. ¡Oh! cuénteme la historia del peluquero... cuéntemela. Mariana titubeó un momento. No, mi cara Eva añadió Mariana riendo : ésta es realmente demasiado salpimentada. ¡Se lo ruego, querida mía!

Parecía que había estado allí esperando, en cumplimiento al compromiso hecho, completamente ignorante del fin prematuro cabido en suerte al hombre con quien lo había ligado tan íntima y secreta amistad. Cuénteme... cuénteme cómo ha sido tartamudeó en italiano, y su metal de voz era casi un murmullo, como si hubiese temido que algún curioso pudiera estar escondido en aquella soledad tenebrosa.