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Actualizado: 26 de julio de 2025
En medio del silencio que reinaba en la casa, turbado solo por alguno que otro debil ronquido que partía del vecino aposento, Basilio oyó pasos ligeros en las escaleras, pasos que cruzaron despues la caida dirigiéndose á donde él estaba. Levantó la cabeza, vió abrirse la puerta y con gran sorpresa suya, aparecer la figura sombría del joyero Simoun.
Sólo podían contemplar el cielo de la parte de Italia, cada vez más obscuro, más denso, preparándose á dar paso á las primeras punzadas luminosas de las estrellas. Se cruzaron con varios pescadores que regresaban á sus viviendas cargados de cestos y redes. Alicia experimentaba inquietud en algunas revueltas completamente solitarias.
Riverita se quedó algunos instantes pensativo y silencioso. Cruzaron por su espíritu las ideas románticas que tienen siempre los jóvenes de corazón, y dijo levantando la cabeza y como hablando consigo mismo: ¡Quién sabe! ¡Cuántas veces nos equivocamos juzgando por la máscara que llevamos puesta en la vida!
Cruzaron la plaza graves, firmes, acompasados, escuchando la gritería que su aparición había levantado, con la mayor indiferencia; brillaban sus ricos vestidos y capellares despidiendo vivos destellos que alegraban la vista. ¡Miale, miale el viejo!... Ese es, el de la izquierda... Miale qué cara tiene... ¡Le zumba el alma a ese tío!.. En España no queda ya quien reciba toros más que él...
Al bajar del yate se cruzaron con un hombre de cara distinguida y que por su aspecto parecía francés. El desconocido se detuvo para dejarlas pasar, saludó y se entró por el tablón al navío. Sin duda lo esperaban allí, porque Marenval, que se estaba paseando por el puente, le salió al encuentro y dándole un vigoroso apretón de manos, le dijo: Por aquí, mi querido magistrado.
La mayor parte de los espectadores preveían una lucha desigual, mas no faltaban dos ó tres lidiadores expertos que notaban con aprobación la firme mirada y los ágiles movimientos del doncel. ¡Alto, señores! exclamó Norbury apenas se cruzaron las espadas. El arma de Tránter es casi un palmo más larga que la de su adversario. Toma la mía, Roger, dijo Gualtero de Pleyel.
Todas las mujeres, con sus capuchones negros, cruzaron por delante de nosotros, en procesión, hacia casa de la abuela, y tras ellas fueron saliendo los señores, con su sombrero de copa, y los marineros y la gente pescadora, con los trajes de paño y las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Por la noche, la Iñure me aseguró de nuevo que mi tío Juan no había muerto.
Mudaron de rumbo, dirigiéndose al enorme caserón, donde penetraron por la puerta que daba al huerto, y habiendo recorrido el claustro formado por arcadas de sillería, cruzaron varios salones con destartalado mueblaje, sin vidrios en las vidrieras, cuyas descoloridas pinturas maltrataba la humedad, no siendo más clemente la polilla con el maderamen del piso.
Yo lo he visto, señor barón, dijo Froilán; el jorobado estaba sobre la roca más alta, mirando nuestro barco, y desapareció de súbito. Su presencia confirma los buenos augurios que he observado hoy, repuso el barón. Al dirigirnos á la playa cruzaron nuestro paso un religioso y una mujer, y ahora divisamos un jorobado antes de perder de vista la costa.
Junto a la estatua del héroe de Cascorro se cruzaron con dos ropavejeros que volvían de recorrer las calles pregonando sus ofrecimientos de compra. Llevaban al brazo varias prendas de ropa.
Palabra del Dia
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