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Lo había desesperado con sus crueldades, impulsándolo a la muerte. Había que olvidarlo todo. Y su alma sencilla asomaba a los ojos con una expresión abnegada y cariñosa, mezcla de amor y ternura maternal. Gallardo parecía empequeñecido por el dolor, flaco, pálido, con un encogimiento infantil. Nada quedaba del mozo arrogante que enardecía a los públicos con sus audacias.

Cambiaría de repente la faz del mundo, sin sangre y sin catástrofes. Desaparecerían, con los ejércitos y las leyes fabricadas por los poderosos, todo el antagonismo entre los felices y los desgraciados, todas las imposiciones y crueldades que convierten la tierra en un presidio.

Le azotó el rostro con la intención, y ya desahogada la ira, que se gozaba con las futuras crueldades de la venganza, pudo decir sereno y sonriente: En fin, Bonis, tienes razón; ya se ajustarán cuentas cuando Emma sane, y se pueda ver con números, que has de procurar entender, ¿estamos?, lo que habéis gastado vosotros, lo que he ahorrado yo..., y quién debe a quién.

Pues yo te la doy, ¡cien rábanos! exclamó el guerrillero sulfurándose . Mira, dame agua otra vez; tengo mucha sed; tu secreto me sabe a hiel y vinagre. Bebió, y después, cavilando un poco, dijo como si masticara las palabras: Además, antes de hablar de reconciliación es preciso determinar bien quien es el ofendido y quien el ofensor. Te quejas de que te he perseguido y hablas de mis crueldades.

Las Casas lo sabía, lo sabía bien; pero ni bajó el tono, ni se cansó de acusar, ni de llamar crimen a lo que era, ni de contar en su «Descripción» las «crueldades», para que el rey mandara al menos que no fuesen tantas, por la vergüenza de que las supiera el mundo. El nombre de los malos no lo decía, porque era noble y les tuvo compasión.

Sin embargo, entre los soldados había uno que miraba con malos ojos tantas crueldades inútiles: marchaba silencioso, las cejas fruncidas como digustado. Al fin, viendo que el guardia, no satisfecho con la rama, daba de puntapiés á los presos que se caían, no se pudo contener y le gritó impaciente: Oye, Mautang, ¡déjalos andar en paz! Mautang se volvió sorprendido.

Al pasar por el pié de la roca en que se encuentra la capilla, saltó á tierra, se escapó y fué á esperar á Gessler en el istmo que media entre Küssnach y el lago de Zug, al pié del monte Righi, donde logró darle muerte, libertando á su país y vengándose de las crueldades sufridas.

Estos valerosos provincianos se hicieron el terror de los sediciosos, porque en los repetidos encuentros que tuvieron, dejaron regadas las campañas con la sangre del enemigo, debiéndose á su bizarria el haberlos contenido para que no repitiesen de nuevo las inauditas crueldades que se experimentaron al principio de la conmocion.

Esta franca declaracion solo sirvió de embarazar que se hiciesen en los judíos mas castigos i crueldades, i así toda la saña del Concilio contra ellos se redujo á la renovacion de las antiguas leyes, i encomendar á los jueces que con el mayor cuidado les diesen cumplimiento. Pero todo fué en vano.

Tu madre estará aun más irritada si no nos viera regresar inmediatamente. Antes de salir de la casa del guardabosque, Catalina tomó la mano a la viuda y le dijo: Marta, sois la hija de un soldado. Veo lo que pasa en vuestro corazón y admiro vuestro valor. El señor Mathys os defenderá a las dos de las crueldades de la condesa.