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Actualizado: 17 de junio de 2025
Cuando se separó de su querida enferma, se repuso poco a poco y compartió menos penosamente los males que no veía tan de cerca. La imaginación nos hace sufrir tanto como los sentidos, pero una desgracia que no vemos pierde algo de su crudeza.
En todos los actos de la vida, en todas las disposiciones de la mente, había querido ser digno de ella, y esa obra de preservación le había sido fácil hasta aquel día. Si la duda lo había mordido alguna vez, el espectáculo de la maldad se le había aparecido con demasiada crudeza, sólo con pensar que aquella criatura de amor existía, sentía retemplarse su fe. ¡Y había muerto! ¡Muerto!
Pues si fuera a ocuparme de todo lo que hay aquí de reprensible, ¿qué diría, señora Nazaria, qué diría de la bárbara crudeza con que es tratada esa pobre niña, o mujer canija, hija del señor Tablas?... Os tratáis como duques, y ella se confunde con los más lastimosos pordioseros. ¿Qué tal? ¿Es esto cristiano, es esto honrado?
La crudeza del clima, la poca extension del territorio, y la modesta riqueza pública de la Suiza, explican el pauperismo, que existe, no por las leyes, de ninguna manera; no á causa de su organizacion, sino porque la Suiza es pobre, y porque el clima es duro.
Los de afuera piden hospitalidad y descanso á los de adentro, cantando la crudeza del tiempo, lo cansado de sus cuerpos y los sufrimientos de su espíritu, hasta que compadecidos los dueños de la casa abren las puertas y una vez que judíos, moros y cristianos fraternizan, se canta la pasión y después se cena. Este solo cuadro de costumbres, podría llenar un libro.
Era gótico, pero no tenía la crudeza blanca, la sobriedad desnuda de las viejas catedrales. La arquitectura ojival sé convertía en polícroma: el oro y el bermellón chorreaban por los nervios de los pilares, y los arcos apuntados: las bóvedas, eran azules con estrellas de oro, como un cielo de teatro. Esta belleza, tan bonita, sólo podían imaginarla los Padres de la Compañía.
Un corchete venía por delante meneando hacia uno y otro lado la humosa y enrejada linterna. Aquella luz alumbraba con crudeza los semblantes de los ministros. Ramiro reconoció al alguacil Pedro Ronco por la facha imponente. Las cejas y el mostacho parecían trazados con un tizón sobre su tez color sebo. El ruido autoritario de los pies y las espadas fuese alejando.
Harto sé que mi situación, mi vida, lo que pudiéramos llamar mi historia, me quitan por completo derecho a ciertas exigencias... pero, por naturaleza, por instinto, por temperamento, soy cariñosa, humilde; me gusta más ceder que mandar, y sobre todo, quisiera envolver, velar, la crudeza, la grosería del amor material, rodeándolo de algo delicado, limpio; hasta poético diría, si no temiese que se burlara usted de mi.
Entretanto, había obscurecido ya; se encendió luz, y el comedor apareció tan pobre, tan frío y desmantelado, que más hubiera valido no encenderla: la calva de don Pablo Aquiles, sentado delante de la apagada chimenea, resplandeció como bruñida patena, y las frutas, aves y peces de los cromos que adornaban las paredes, se animaron con la crudeza de sus colorines.
No, me guardaré muy bien, porque ello iría contra la energía moral embotada momentáneamente por el dolor y porque es necesario, dulcemente necesario llorar al hijo muerto; pero ninguna madre se ha pasado la vida llorando la muerte de un hijo... se llora durante algún tiempo... más o menos largo... pero al fin vuelve el equilibrio moral... llega la resignación... la conformidad... el hábito, te diría, y gradualmente se vuelve a la vida... se vuelve... ¡se vuelve a la risa!... ¡Esta es la verdad en toda su crudeza!
Palabra del Dia
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