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»Mis jueces, compadecidos de mi juventud, habían solicitado gracia de la corte de Madrid, la que parecía imposible alcanzar porque la población de Nápoles nos miraba como a héroes, como a mártires de la libertad; había querido derribar las puertas de nuestra prisión, y hasta llegó a intentar una sublevación con el fin de salvarnos; la cual no tuvo otro resultado que asegurar nuestra pérdida.

Obdulia estaba pálida de emoción. Se moría de envidia. «¡El pueblo entero pendiente de los pasos, de los movimientos, del traje de Ana, de su color, de sus gestos!... ¡Y venía descalza! ¡Los pies blanquísimos, desnudos, admirados y compadecidos por multitud inmensa!». Esto era para la de Fandiño el bello ideal de la coquetería.

Compadecidos ante tanta debilidad, se acercaron Juanito y Polonia para ayudarle a levantarse, y en el mismo momento que se inclinaban hacia la tierra, el hombre de un brinco se puso en pie, cogió por el cuello a Polonia y la derribó brutalmente en el suelo.

Por donde vinieron a sospechar que estaba bajo una fuerte excitación. Esta sospecha se confirmó al oirle proponerles jugar al tresillo. Cumplieron su gusto, pero al poco rato el joven comenzó a desvariar tristemente. Oyes, mamá, ¿qué te parece de este juego? dijo llamando a una señora que allí estaba. Los circunstantes se miraron unos a otros aterrados y compadecidos.

Enardecidas las tropas de esta bárbara resolucion, los atacaron con el mayor ardor, y ellos fueron cediendo hasta la cresta del monte, donde considerando ya era imposible escapar de las manos de sus contrarios, eligieron muchos el desesperado partido de despeñarse, precipitándose desde una altura de mas de 200 varas, para hacerse pedazos antes que rendirse, y los restantes buscaron por asilo los cóncavos de las peñas, desde donde hacian los últimos esfuerzos para la defensa, sin hacer el menor aprecio de las repetidas voces que les gritaban nuestros soldados, ofreciéndoles de nuevo el perdon, compadecidos de la situacion en que se hallaban.

Los de afuera piden hospitalidad y descanso á los de adentro, cantando la crudeza del tiempo, lo cansado de sus cuerpos y los sufrimientos de su espíritu, hasta que compadecidos los dueños de la casa abren las puertas y una vez que judíos, moros y cristianos fraternizan, se canta la pasión y después se cena. Este solo cuadro de costumbres, podría llenar un libro.

Mirábanle entonces, compadecidos, los criados, y la vieja Rita, haciéndose cruces en un rincón, desgranaba su rosario a toda prisa, murmurando: Son los malos..., los malos...; siempre estuvo el mi pobre poseído.... Carmencita seguía los pasos acelerados de su padrino, pálida y silenciosa, prestando un dulce asentimiento a aquella alegría disparatada y sonriendo con mucha tristeza.

Pero bastaba que los burlones, compadecidos de esta cólera que nublaba la luz de sus ojos, cesaran en tales bromas, para que el exaltado se dulcificase, volviendo a llamar hermanos a todos los que le rodeaban.

Llenóse la casa de vecinos y amigos, que en tales trances suelen acudir compadecidos y serviciales. Por fin tuvo término el patatús de Torquemada, y caído en profundo sopor que á la misma muerte, por lo quieto, se asemejaba, le cargaron entre cuatro y le arrojaron en su lecho.