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Actualizado: 22 de junio de 2025
No hay lectura, no hay conversacion, no hay espectáculo, por insignificantes que parezcan, que no nos puedan instruir en algo. Con la atencion notamos las preciosidades y las recogemos; con la distraccion dejamos quizá caer al suelo el oro y las perlas como cosa baladí. Cómo debe ser la atencion. Atolondrados y ensimismados. Creerán algunos que semejante atencion fatiga mucho; pero se equivocan.
...Y á estas horas gritarán de entusiasmo lo mismo que los de aquí, creerán de buena fe que van á defender su patria provocada, querrán morir por sus familias y hogares que nadie ha amenazado. ¿Quiénes son esos, Tchernoff? preguntó Argensola. Le miró el ruso fijamente, como si extrañase su pregunta. Ellos dijo lacónicamente. Los dos le entendieron... ¡Ellos! No podían ser otros.
El joven, por su parte, hizo un gesto de vivo placer en cuanto las vio y dijo acercándose a ellas con la maleta en la mano: No esperaba la buena fortuna de encontrar a ustedes al llegar al puerto. Cuento, sin embargo, con que no creerán ustedes que hubiera esperado a mañana para ir a presentarles mis homenajes y a pedir noticias de mi enferma... que veo que son buenas a juzgar por su cara.
Tipo bien opuesto al de Adolfo, es Andrés Ruigomez, el autor de Silvestre del Todo, que no sé cuándo acabará una preciosa novela de costumbres que en Francia haria su reputacion y su fortuna; que hoy, alejado de la literatura, entregado á las nobles tareas del foro, quizá le reserva la suerte una existencia más desahogada y tranquila que la de sus compañeros, si bien todos éstos la mirarán siempre como propia y creerán que en su querido Andrés han mejorado de fortuna.
Algunos minutos repuso Melchor; bajemos. ¡Cuánta gente baja aquí! dijo Ricardo al pisar el andén. Son peregrinos en su mayor parte, devotos de la Virgen de Luján. ¡Pero cuántos! Fíjate... ¡Siguen bajando! Esto es muy frecuente; vienen no sólo de Buenos Aires, sino hasta del exterior. ¡Qué cosa bárbara! exclamó Ricardo, agregando: ¿Y todos éstos creerán?
Eso de estar diciendo a cada instante: «¡ah!, ¡oh!... ¡qué bonito!... ¡Mire usted, papá!», señalando a un helecho, a un roble, a una piedra, a un espino, a un chorro de agua, no es cosa de muy buen gusto.... Creerán que te has criado en algún desierto.... Con que anda a mi lado.... La Nela nos dirá por dónde volveremos a casa, porque a la verdad, yo no sé dónde estamos.
Los que han conocido, después al fastuoso Esteven, tan formalote y estirado, de una gravedad de campana mayor que toca a muerto, creerán que es pura invención y fantasía esta aventura de sus mocedades; pero no es así, sino verdad incontestable, que el señor Esteven tuvo sus veinte años, y sufrió las agonías del amor y los dolores del hambre, como cualquier mortal, y arrastrado e impulsado por estas dos invencibles fuerzas, quiso apoderarse por la violencia, y se apoderó, en efecto, de lo que de grado se le negaba. ¿Cómo?
Los que asistían a aquel espectáculo, sin ser actores de él, estaban mudos de estupor, con el alma y la vida en suspenso, cual si aguardaran el resultado de la porfía para dejar de existir o seguir existiendo. No obstante, ¿creerán mis lectores que algo ocupaba mi espíritu más de lleno que la última peripecia?
48 Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y quitarán nuestro lugar y la nación. 49 Y Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; 50 ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda.
Usted es hombre y casi comienza ahora a vivir. Yo voy desde los dieciséis años rodando por el mundo, de escenario en escenario, y este maldito carácter, este afán de no ocultar nada, de no mentir, ha contribuido a hacerme peor de lo que soy. Yo tengo en el mundo muchos enemigos que a estas horas se creerán felices con mi inexplicable desaparición.
Palabra del Dia
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