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Actualizado: 6 de julio de 2025


Pasaban los postes telegráficos como pinceladas amarillas sobre el fondo negro de la noche, y en los ribazos brillaban un instante, cual enormes luciérnagas, los carbones encendidos que arrojaba la locomotora. El pobre hombre estaba intranquilo, como si le extrañase que le dejara permanecer en aquel sitio. Le di un cigarro, y poco a poco fue hablando.

Lo primero que él hizo al despertar fue ver si le habían quitado su tesoro, y como extrañase no hallar el puñal, díjole su mujer: «El puñal lo he guardado yo... Es monísimo. Descuida, que no lo perderé. ¿Tienes o no confianza en ?

A fin de no dar parte en seguida, sin que nadie extrañase la prolongación de su estancia en aquel lugar, D. Jaime dijo que se quedaba una semana más para ver si compraba el olivar que tenía en tratos. Primera traza de un idilio matrimonial Difícil es tener nada oculto en un pueblo pequeño. Todo se sabe en seguida, aun cuando importe que no se sepa.

Tenían la cara blanca, con una palidez mortal; los ojos agrandados por el miedo; agachábanse como si quisieran introducirse bajo la mesa. El aperador salió al patio. En medio de él, una bestia daba resoplidos, mirando a la luna, como si extrañase el verse en libertad. Junto a sus patas, yacía extendido algo blanco, que apenas si marcaba un pequeño bulto sobre el suelo.

Yo quise calmarle, pero como extrañase las mías, y también extrañase al jinete, despreciándole tal vez, se alborotó más y más y empezó a dar resoplidos, a hacer corvetas y aun a dar algunos botes; pero yo me tuve firme y sereno, mostrándole que era su amo, castigándole con la espuela, tocándole con el látigo en el pecho y reteniéndole por la brida.

Encontraron los dos amigos tan ininteligible esta contestación como las palabras anteriores. Desnoyers volvió á repetirse mentalmente: «Está borrachoPero su curiosidad le hizo insistir. ¿Y qué bestia era aquella? El ruso le miró como si extrañase la pregunta. Creía haber hablado en alta voz desde el principio de sus reflexiones. La del Apocalipsis.

Después de esta larga conversación, y perfectamente de acuerdo el Comendador y el P. Jacinto, el primero se volvió á la ciudad en aquel mismo día para que su ausencia no se extrañase. El P. Jacinto quedó en ir á la ciudad al día siguiente de mañana. Los pormenores y trámites del plan que habían de seguir se dejaron para que sobre el terreno se decidiesen.

...Y á estas horas gritarán de entusiasmo lo mismo que los de aquí, creerán de buena fe que van á defender su patria provocada, querrán morir por sus familias y hogares que nadie ha amenazado. ¿Quiénes son esos, Tchernoff? preguntó Argensola. Le miró el ruso fijamente, como si extrañase su pregunta. Ellos dijo lacónicamente. Los dos le entendieron... ¡Ellos! No podían ser otros.

Palabra del Dia

godella

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