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Actualizado: 6 de junio de 2025
A la sombra de un corpulento naranjo, por el lado de la playa, divisó a una mujer vestida de blanco, que se paseaba con un libro en la mano. Estaba demasiado lejos para reconocerla, pero el color del vestido le dio que pensar. No se llevan trajes blancos en una casa donde hay luto. Todas las observaciones que había hecho durante cinco minutos combatían en su espíritu.
Era una celda de ermitaño, como tantos otros sitios antiguos de retiro y contemplación que hay en la vieja Italia, y acto continuo, al pasar por delante de las rocas y descender cautelosamente por la senda, abriose la puerta, y salió de la ermita un monje, en el que reconocí, con gran sorpresa mía, al corpulento y barbudo capuchino, fray Antonio.
No estará de más señalar ahora la perfecta concordancia entre la persona del sacerdote y su apellido Cedrón, pues por la estatura, la robustez y hasta por el color podía ser comparado a un corpulento cedro; que entre árboles y hombres, mirando los caracteres de unos y otros, también hay concomitancias y parentescos.
Al mismo tiempo que el comisario iba a ver quién era, Bérard y la Baronesa de Börne se acercaban a la puerta. ¡Vérod! exclamó la Baronesa al ver a un joven alto, corpulento, de cabellos negros y bigote rubio, que decidido a forzar la consigna, entró a prisa cuando los guardias, a una seña de su superior, se hicieron a un lado.
Un sudor me iba y otro me venía. Presentose al fin el clérigo con sotana y gorro de terciopelo negro y se plantó delante de mí diciendo: Usted me dirá. Era un hombre corpulento, barrigudo, de ancha nariz arremolachada y ojos pequeños de cerdo, negros y recelosos. No tenía acento andaluz; después supe que era riojano.
Marcos Divès recibió a quemarropa dos pistoletazos, uno de los cuales le cubrió de humo la mejilla izquierda y el otro le arrebató el sombrero; pero al mismo tiempo, el contrabandista, encorvándose sobre la silla y alargando el brazo, atravesó al corpulento oficial de los bigotes rubios y le clavó a uno de los cañones.
La palma, la bonga, y la variedad de cocos con sus frondosos penachos, que al acariciarlos el viento cimbrean sus esbeltos y elevados troncos; la rima, el cajel, el naranjo y el limonero, con su exuberante vegetación, sus múltiples y verdes hojas, y sus olorosas emanaciones de azahar y nardo; el poético limoncito de China con sus abundantes frutos; el corpulento ifil, el tortuoso abgao verdadero sáuce de la India, el agoho, con sus pequeñas piñas armadas de afiladas púas, el productivo daog ó palo maría, el goya, la guayava y el ate, entrelazan sus hojas, sus frutos, sus flores, y su potente vida, con las olorosas y variadas enredaderas, con los intrincados laberintos de bacauam, con los desiguales y trepadores tallos de la silvestre pámpana, y con las esbeltas y flexibles ramas del jazmín blanco.
Cuando le hubo tomado juramento y después de las preguntas de reglamento, el presidente le dijo con el tonillo agrio que le era característico: Ahora va usted a decir lo que sepa, pero mucho cuidado con los embrollos, porque la tengo a usted sobre ojo... El abogado defensor, que era un hombre corpulento con largas patillas blancas, protestó contra esta advertencia.
También vió pasar á un jinete corpulento, de luenga y negra barba, que llevaba un rosario de gruesas cuentas en la mano y enorme espadón pendiente del cinto. Por la forma y color del hábito y la estrella de ocho puntas bordada en la manga reconoció en él á uno de los caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén, cuyo maestre residía en Bristol.
En lo más intrincado de la muchedumbre, en lo más convulsivo y crespo de la ola en movimiento, sucede que una lady anciana, bajo su capota negra, o una miss rubia, o una nodriza con su bebé, quiere pasar de una acera a otra. Un corpulento policeman alza la mano; detiénese el torrente; pasa la dama; ¡all right!
Palabra del Dia
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