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Alcanzó premios en los concursos hípicos, partió á pistoletazos monedas sostenidas por sus camaradas á cincuenta pasos, manejó el sable con una maestría que hubiese admirado al general Saldaña y á su abuelo el cosaco.

No, por Dios, que no sueñen que hablamos de estas cosas.... Se reirían de y dirían que parecemos un club. ¿No sabe usted alguna noticia? ¿Qué me cuenta usted del prestidigitador que trabaja en el teatro? ¿El húngaro? ¡Bah! Como todas esas funciones.... Muy pesado, mucho cubilete y los pistoletazos de cajón.... ¡Pistoletazos! Los odio: me asustan atrozmente.

Tus grandes combinaciones financieras extenderán el pánico por el universo entero, haciendo pesar sobre las ciudades horas de angustia mortal. Tus victorias en la Bolsa irán acompañadas por los pistoletazos de tus víctimas empujadas al suicidio y los llantos de sus familias.

Marcos Divès recibió a quemarropa dos pistoletazos, uno de los cuales le cubrió de humo la mejilla izquierda y el otro le arrebató el sombrero; pero al mismo tiempo, el contrabandista, encorvándose sobre la silla y alargando el brazo, atravesó al corpulento oficial de los bigotes rubios y le clavó a uno de los cañones.

La ingenuidad de aquel americano resultaba discordante con las sutiles hipocresías de la sociedad en que vivía, y cuando hablaba, sin cuidarse de las protestas ni de las exclamaciones de las damas, se hubiera dicho que estaba tirando pistoletazos en una pajarera. Era tan rico, que en todas partes se le acogió con entusiasmo. El gran mundo parisiense no está ya cerrado como en otro tiempo.

Llegados á la cumbre, redactan, con las manos entumecidas por el frío, un acta de su gloria, destapan ruidosamente botellas del espumoso vino, disparan pistoletazos como verdaderos conquistadores y tremolan banderas frenéticamente. Donde la cima de la montaña no está revestida de nieve, colocan en ella un montón de piedras, á fin de encontrarse á algunos centímetros más de altura.

El sol hacía crujir las cortezas de los árboles y estallar las simientes olvidadas a flor de tierra; danzaban como chispas de oro los insectos zumbadores en las barras de luz que perforaban el follaje; caían con blando chapoteo, de tarde en tarde, los higos maduros despegándose de las ramas; sonaba a lo lejos el arrullo del mar, batiendo las rocas al pie de la muralla; y en esta calma poblada de murmullos seguía Febrer disparando pistoletazos.