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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Este era un escribiente muy conocido en Legaspi, y su traje consistía en zapato bajo de charol, pantalón negro con ancha franja dorada, casaca azul con vueltas rojas en faldones y solapas y kepis con insignias de coronel, completando su atavío relucientes espolines, ancha espada de cazoleta, tricolor banda de seda, descomunales condecoraciones de papel dorado, amplios guantes de algodón y grueso palasán con puño de plata.
El príncipe siguió adelante, después de saludarla como á una señorita de su mundo. Estaba alegre esta mañana, y rió en su interior al pensar en lo que daría que hacer á los hombres, más adelante, este capullo de malicias y ambiciones. Luego se acordó de don Marcos y de lo que le había contado Atilio. ¡Pobre coronel! ¡Meterse, con sus años, á domador de fierecillas!...
Cuando María entró en la alcoba estaban en ella Marta y Ricardo; la niña sentada cerca de la cabecera y Ricardo a los pies de la cama. El joven marqués, al saber en la Fábrica la prisión de María, había solicitado del coronel que se le relevase en la guardia aquella noche, y otorgada su petición, corrió a casa de Elorza cuando ya don Mariano y su hija estaban fuera del pueblo.
Levantaron los manteles y, estando en esto, vi venir un caballero con dos criados por la huerta adelante, y cuando no me cato, conozco a mi buen don Diego Coronel. Acercóse a mí, y como estaba en aquel hábito, no hacía sino mirarme. Habló a las mujeres y tratólas de primas; y, a todo esto, no hacía sino volver y mirarme.
Si el Rey hubiera muerto los seis estarían aquí con Miguel el Negro. ¿Sabe usted que el Duque ha regresado, coronel? Sí, lo sé. ¡El diablo le lleve! A ver, señores míos dije. ¿Quiénes son esos seis de que tanto hablan? No tardará usted en trabar conocimiento con ellos contestó Sarto. Son seis caballeros a quienes Miguel tiene a su servicio, y que le pertenecen en cuerpo y alma.
Cuando se cansó del coronel, amó a un ingeniero civil, y después del ingeniero a un periodista, y así sucesivamente hasta un torero de fama; porque el público llevaba una cuenta minuciosa de todas esas prodigalidades amorosas, aunque la pródiga pensaba que nadie se las veía.
Y segun lo que estas dos cartas ministran, se comprende, que de facto el coronel D. Joaquin de Espinosa evacuó el informe de aquellos puntas que se le previnieron en la de 20 de Agosto de 79, ó á lo menos que expuso su dictámen sobre algunos de ellos: y pues conducen en gran manera para que V.S. pueda tomar sus medidas en este grave y delicado asunto, parece corresponde se sirva mandar, que así en la Secretaría de cámara de esta Capitanía General, como en la escribanía de este Superior Gobierno, se busquen y soliciten esos documentos, para que se agreguen á los autos de la materia.
¡Ave María Purísima!... ¡Si se trata de un coronel de lo mejor!... ¡ Lo que había es que, como después se supo, el sujeto era un peine de esos que no dejan ni caspa, y que era verdad que había servido en las policías de Europa..., pero de farolero!
Mira, niño me decía mi tía Medea sin dejarme respirar, aquél es don Buenaventura; aprende, mira qué traje tan sencillo lleva. Ese que habla con el ministro español, es el doctor Trevexo: aquel que sale, es el coronel Valdelirio.
Me juró que nada había oído contestó el coronel; pero para mayor seguridad la até de manos y pies, la amordacé de firme y la tengo bajo llave en la carbonera, pared por medio del sótano donde duerme el Rey. José cuidará de ambos más tarde. No pude reprimir la risa y el mismo Sarto me imitó.
Palabra del Dia
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