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Las aguas, encajonadas entre las numerosas islas del archipiélago griego, se retorcían en opuestas direcciones, exasperándose al chocar contra los acantilados de las costas, con una violencia de retroceso que se convertía en furioso oleaje.

Yo tengo un pájaro que todo me lo comunica; y si mañana algo malo, andará la caña suelta como un demonio. Y plantado en la plazoleta, seguía mucho rato con la vista al grupo más numeroso, que se alejaba camino de Alboraya. Estos discípulos eran los que pagaban mejor. Iban entre ellos los tres hijos de Batiste, para los cuales se convertía muchas veces el camino en una calle de Amargura.

Todo el valor lo malgastaba en casa, unos ratos dando vueltas por el despacho como fiera enjaulada, y otros apoyado de codos en el respaldo de una butaca, que su imaginación convertía en tribuna. ¡Entonces que se le venían a los labios períodos redondos, argumentos irrebatibles, frases enérgicas, preguntas de las que no tienen respuesta, todo género de arranques oratorios, hasta que, agotadas las ideas y sin saber enlazar las palabras, tenía que callarse!

El Arcediano se quedó con el abanico abierto, inmóvil, como aspa de molino sin aire. Comprendió de repente que acababa de ser desbancado; de papel principal se convertía en partiquino. En efecto, su discurso, que escuchaban con deleite curas y damas, se ahogó sin que nadie lo echase de menos.

Si cabe comparar lo sagrado con lo profano, sería esto tan ridiculo como si el Estado erigiese un magnifico templo y ensayase en él la religión de Brahma, de Buda, de Zoroastro ó de cualquier profeta flamante, á ver si el pueblo la prefería al catolicismo y se convertía. Si en la religión hay herejes, en las artes también los hay.

Me sucede esto decía ella , y hablaba de sus irregularidades íntimas; ¿qué te parece que será? ¿Qué debo hacer? ¿Continuaré con tal medicamento o tendré que suspenderlo? Bonifacio palidecía, la saliva se le convertía en cola de pegar... ¿Qué sabía él?

Y la definía con arreglo al libro de un Padre famoso de la Compañía. «Cogiendo un catecismo del Padre Ripalda y escribiendo no donde el catecismo dice y donde dice no, se tiene hecha y derecha toda la pretendida ciencia modernaUrquiola se pavoneaba con esta definición que convertía el catecismo en centro de todos los pensamientos humanos, colocando al Padre Ripalda por encima de todos los grandes hombres de la historia.

En aquel tiempo frío, la cocina se convertía en tertulia, casi exclusivamente compuesta de mujeres.

Esta voluptuosidad ideal del bien obrar, mezclándose a la sensación agradable del calorcillo del suave y blando lecho, convertía poco a poco a don Saturno en otro hombre; y entonces era el imaginar aventuras románticas, de amores en París, que era el país de sus ensueños, en cuanto hombre de mundo.

Vista así la nave del Estado, diríase que de tortuga se convertía en cangrejo cada vez que un peligro se acercaba. Pero, capitan, ¿por qué sus estúpidos timoneles se van por ese lado? preguntaba muy indignada la señora. Porque allí es muy bajo, señora, contestaba el capitan con mucha pausa y guiñando lentamente el ojo.