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Actualizado: 10 de junio de 2025
El joven proseguía absorto en su contemplación. ¿Por qué tenía aire de sufrimiento ante aquel retrato? ¿Qué pena infinita y secreta podía contraer así los rasgos de su fisonomía? La cara de aquel hombre expresaba una idea tan torturante que María Teresa, sin alcanzar la causa, se sintió profundamente conmovida.
Por otra parte, había tenido que luchar en los comienzos de su carrera con abrumadores pesares. Una ligereza de juventud lo impulsó en sus veintidós años a contraer matrimonio con la hermana de uno de sus compañeros de taller: era ésta una muchacha bonitilla que parecía arrancada de un cuadro de Creuze, y como la madre de nuestro pintor, obrera en flores.
El Conde queda tan encantado de las gracias de Alfreda, que, desentendiéndose de la comisión de su soberano, la pide para sí. El Rey la conoce aquí, habiéndose extraviado en una partida de caza, y se enamora de ella violentamente siendo correspondido. Cuando averigua el engaño del Conde, declara nulo su casamiento, y se lleva á Alfreda á su palacio para contraer con ella matrimonio.
Muy pronto estuvo enteramente perdido lo que había heredado; empecé á contraer deudas, y no sé lo que hubiera sido de mí, si un día no me hubiese visto en el coliseo del Príncipe, el príncipe don Felipe. ¡Ah! Aunque es muy niño, clavó en mi sus ojos y no los apartó en toda la función. El duque de Uceda estaba en el aposento del príncipe.
Porque más noble y grande, como yo mismo le dije, por ese acto, ha llevado el cumplimiento de su deber para con su país y su regia estirpe hasta el punto de contraer matrimonio con el Rey, conquistando para éste el amor de sus subditos, asegurando la paz y concordia del país a costa de su propio sacrificio.
»¡Insensatos! No saben ustedes que esa unión, en otro tiempo permitida, es hoy imposible; que la dama más noble de Nápoles, la sobrina del duque de Arcos, la condesa de Pópoli, no puede contraer matrimonio... »¿Con un hombre sin nobleza y sin nacimiento? exclamé sonriendo. »No replicó Teobaldo, sin apartar la mirada de su amigo, que, con la vista fija en tierra, parecía aterrado.
La naturaleza nos da órganos para advertirnos, por medio del placer, lo que debemos buscar, y por el dolor, lo que debemos huir; pero se detiene aquí, y deja á la experiencia el cuidado de hacernos contraer hábitos, y acabar la obra que ella ha comenzado.
Y digo error, aunque también podría decir culpa. Yo no dudo de la honradez de las intenciones de usted; pero su debilidad y la de ella, habrían hecho que, llegado el momento, cayeran en el olvido. El ardor del deseo impulsaba a usted a contraer un compromiso del que forzosamente se habría arrepentido después.
No tengo, pues, nada que envidiar a las hermanas hospitalarias: yo también cuidaré de cumplir fielmente mis deberes, tan difíciles como los suyos y quién sabe si algo más. Estas reflexiones han endulzado mucho mi espíritu, y he vuelto a renovar ante Dios los juramentos que hice al contraer matrimonio, rogándole me conceda la gracia y fuerzas indispensables para cumplirlos exactamente.
Pero pasados algunos meses, decidió regresar a la Corte y allí se dijo que pensaba dar grandes recepciones en su palacio, pues deseaba contraer matrimonio y llevar la vida que correspondía a su clase. No viene al caso hacer una reseña del Palacio de Portinaris, porque ha sido descrito mil veces.
Palabra del Dia
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