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Actualizado: 8 de julio de 2025
¡Por el alma de tu padre, sálvanos! ¡te daremos tanto oro que podrás llenar tu tartana! aullaron los contrabandistas. E imploraban con las manos juntas, mientras que tres de ellos se revolvían en las últimas convulsiones de la agonía. ¡Dios mío! ¡Dios mío! balbuceó el fraile. Y el desgraciado se retorcía los brazos y se revolcaba sobre la roca ensangrentada.
Los contrabandistas, con la cabeza erguida y el sable en la mano, se regodeaban pensando en la matanza próxima y aguardaban la orden de su jefe con impaciencia. Ahora nos toca a nosotros dijo por último Marcos . ¡Los cañones son nuestros!
Era un mocetón moreno, vestido como los contrabandistas o los bandidos caballerescos que sólo existen ya en los relatos populares. Al trotar su caballo, movíanse las alas de su chaqueta corta de cordoncillo de Grazalema, con coderas de paño negro ribeteadas de seda y bolsillos de media luna forrados de rojo. El sombrero, de alas grandes y rectas, estaba sostenido por un barbuquejo.
En la taberna del Sr. Poenco no se pensaba más que en libaciones en honor del gran suceso. Los majos, contrabandistas, matones, chulos, picadores, carniceros y chalanes, habían diferido sus querellas para que la majestad de tan gran día no se turbara con ataques a la paz, a la concordia y buena armonía entre los ciudadanos.
Fermín era el padrino de Rafaelillo, único hijo del señor Paco, al cual también se le había muerto la mujer durante la época de persecuciones y presidio. Los dos compadres emprendieron juntos sus penosas expediciones de contrabandistas pobres. Marchaban a pie, por las veredas más abruptas de la sierra, aprovechando los conocimientos adquiridos en las complicadas marchas de las partidas.
Nuestro amigo sabe que la Fortuna prefiere a los toreros, a los navieros contrabandistas, a los profiteurs, buitres de la carnaza europea.
Y para hacer su pacotilla repuso el incorregible filósofo. Por eso os bendecimos, padre mío gritaron los otros contrabandistas a fin de ahogar aquella impertinente interrupción.
Lo probable sería que, en este hurto hecho al Tesoro, saliesen ganando los comerciantes y contrabandistas ciento cuarenta millones y que los empleados se contentasen con sesenta y con enviarlos á España. Pero como estos sesenta millones no lucen ni parecen por aquí, yo me atrevo á presumir que son fantásticos.
Los contrabandistas no habían tomado parte en esta discusión; tal prisa se daban a embalar las mercancías que contaban obtener a mejor precio, gracias a este incidente.
Pero esto has de resolverlo tú misma, y a tu resolución absoluta y soberana queda. Conste así, con el testimonio, algo sospechoso, de cierta zaina rondeña que nos escucha, reventando por declarar que no vale toda su tierra de lobos contrabandistas, un puñado de lo que se coja en la parte más triste de cuanto se ve desde Peleches.
Palabra del Dia
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