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Actualizado: 8 de julio de 2025
Ausencia, celos, quejas y desavenencias, odio, desdenes, penas, reconciliación y matrimonio. Teoría y consejos amatorios. Cariño y penas filiales. Religiosos. Sentenciosos y morales. Fiestas y baile. Columpio. Jocosos y satíricos. Estudiantes, soldados, marineros y mineros contrabandistas, brabucones y borrachos. Carcelarios. Históricos y tradicionales. Locales. Varios. Apéndice general.
Divès no contestó nada; su rostro tenía una expresión triste e indignada a la vez, y los contrabandistas que le acompañaban, envueltos en sus capas, con sus largos espadones colgando por encima de ellas, no parecían tampoco de muy buen humor; diríase que proyectaban una venganza. Hullin, convencido de que no podía consolarles, entró en la alquería.
La Junta de Sevilla había indultado el 15 de mayo a todos los contrabandistas y a los penados que no lo fueran por los delitos de homicidio, alevosía o lesa majestad humana o divina, y esto trajo una partida, que si no era la mejor tropa del mundo por sus costumbres, en cambio no temía combatir, y fuertemente disciplinada, dió al ejército excelentes soldados.
EL GITANO. Dispénseme, padre, si le he ayudado a subir, pero esos honrados contrabandistas esperan con impaciencia que usted ejerza su sagrado ministerio. Y le mostró el grupo que observaba atentamente lo que pasaba a bordo.
Viendo la ascensión del fraile, los contrabandistas, que esperaban en la playa, habían gritado gloria in excelsis y se habían arrodillado, creyendo que era un milagro; pero el filósofo rió mucho de su simplicidad. Cuando el nuevo Icaro estuvo de pie, midió con la vista al gitano con el aire más digno y más despreciativo que le fue posible, casi como el mártir mira a su verdugo.
¡La salida! repitieron los contrabandistas con espanto, sin saber de lo que se trataba. ¿Qué salida? preguntó el gitano . Usted está soñando, padre mío, y me temo que sea un mal sueño; porque los aduaneros empiezan a bajar y las balas silban. ¡Oiga!... ¡Pero, Dios mío!
El momento es grave, ¡grave!... vea usted a ese cristiano que se retuerce y pierde su sangre. A la risa espantosa del gitano se unió el ruido del mar, que ascendía, y empequeñecía cada vez más el espacio donde se oprimía aquel puñado de hombres. Los contrabandistas se persignaron temblando. Uno de ellos tomó su escopeta y la dirigió contra el gitano.
Todavía no es posible la suposición de que sean tan necios los mercaderes y contrabandistas cubanos que hayan tenido el capricho irracional de dar á los empleados los doscientos millones, en vez de darlos al Tesoro.
Pero ya en esto, diez y nueve robustos contrabandistas habían entrado a dar sus diez y nueve votos en la Junta, y echándose cada uno un argumento a la cara: ¡Viva Isabel II! dijeron.
Mientras que el gitano se ocupaba en hacer desembarcar las mercancías, el reverendo se había aproximado a los contrabandistas. ¡La paz sea con vosotros, hermanos míos! les dijo. ¡Amén! respondieron ellos, besándole el hábito. EL FRAILE. Ya veis, hijos míos, cuán cara me es vuestra salvación, y...
Palabra del Dia
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