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Actualizado: 7 de junio de 2025


El marqués de Denia, que era uno de los que continuamente estaban á su lado le escribió al rey, su hijo, advirtiéndole de esto mismo, á lo que contestaba Cárlos V: «Sufrid con resignacion las impertinencias de mi pobre madre, que el Cielo os recompensaráLo mismo les contestaban las demas personas reales.

¡Viva la Virgen! gritaban con el enardecimiento de una lucha en la que habían llevado la mejor parte. ¡A Begoña! ¡A Begoña! aullaba Urquiola agitando el revólver al frente de un grupo. Y las aclamaciones á la Virgen, interrumpíanlas con frecuentes descargas. Sin cesar en sus cánticos, hacían fuego sobre todos los que al borde de la cuesta contestaban á sus aclamaciones con gritos de protesta.

Sonaba el piano incesantemente en el gran salón bajo los dedos entorpecidos de las señoritas que preparaban su «número». Otros pianos no menos balbuceantes y expuestos a error contestaban desde los extremos de la cubierta, en la sala de los niños y en los camarotes de gran lujo.

Tirso decía las frases expiatorias y ellas contestaban a una. Por mis pecados, por los de mis padres, hermanos y amigos; por los del mundo entero, perdón, Señor: y ellas repetían: Perdón, Señor. Por las blasfemias, por la profanación de los días santos, perdón, Señor... Perdón, Señor. Por la desobediencia a la Santa Iglesia, por la violación del ayuno. Perdón, Señor.

El perro de Can Mallorquí, excitado por los disparos, ladraba lúgubremente. A lo lejos, otros perros le contestaban. El aullido del hombre se alejó, con incesantes repeticiones, cada vez más remoto, más débil, hundiéndose en el misterio azul de la noche. Apenas rompió el día, el Capellanet se presentó en la torre. Lo había oído todo.

A las pausas elocuentes, cargadas de efectos patéticos, a que obligaba al Obispo la fuerza de la emoción, contestaban abajo los suspiros de ordenanza de las beatas, plebeyas y aldeanas, que eran la mayoría del auditorio. Eran los sollozos indispensables de los días de Pasión, los mismos que se exhalaban ante un sermón de cura de aldea, mitad suspiros, mitad eruptos de la vigilia.

Pero cuando gozaba extremadamente era por las noches, después que, oído el toque de ánimas y rezadas las oraciones de costumbre por el mayorazgo, á quien contestaban unísonos todos los de la casa, se sentaban en el ancho balcón del mediodía.

Y aquella fugaz visión producía en el alma un dulce desasosiego, al cual, ni Villa con su adoración por la condesita, ni yo con mi entusiasmo por la hermana San Sulpicio, podíamos sustraernos. Compadre decía en voz alta para que lo oyesen las interesadas, no se puede pasar por aquí sin coraza. Algunas carcajadas reprimidas contestaban a este requiebro.

Varios sucesos distrajeron por unos días la atención pública, y la espía quedó momentáneamente olvidada. Al llegar á Salónica hizo discretas preguntas á sus amigos militares y marinos en los cafés del puerto. Casi todos desconocían el nombre de Freya Talberg. Los que lo habían leído en los diarios contestaban con indiferencia. quién es: una espía que fué artista; una mujer de cierto chic.

Cuénteme usted, Casildita, cómo ha pasado esto. En fin, no hay más que conformarse. Gregoria y Casilda en un rincón, rodeadas de media docena de inmóviles fantasmas, contestaban a cada saludo con una nueva explosión de sollozos, y a esto se seguía un tan furioso sonar de narices del concurso, que no parecía sino que estaban todas acatarradas.

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