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Actualizado: 16 de junio de 2025
Nunca, lo repito, me fue dado contemplar cuadro tan soberanamente bello, ni aun en el Océano, cuando se sigue al sol en su descenso, formando uno de los vértices de aquel triángulo glorioso de Chateaubriand, ni aun entre las gargantas de los Andes, sobre las que cae la noche con asombrosa rapidez y que quedan envueltas en la sombra, mientras las cumbres vecinas brillan bajo los rayos del sol, lejos aun de dar su adiós a nuestro hemisferio.
Los domingos iban como en peregrinación hombres y mujeres á la cárcel de Valencia para contemplar á través de los barrotes al pobre «libertador», cada vez más enjuto, con los ojos hundidos y la mirada inquieta. Llegó la vista del proceso, y le sentenciaron á muerte.
Reían las mujeres con maliciosa delectación al contemplar en tal facha a los mismos señores que se pavoneaban en el paseo o en el comedor con estiramiento ceremonioso.
Es cierto que estas fuentes son hermosas, pero me parecían mil vecen más encantadoras al recordar que muchos millones de hombres ya desaparecidos, las habían admirado como yo: una especie de piedad filial me hacía participar de los sentimientos de todos aquellos, que desde el juicioso Ulises, se habían detenido al borde de esas aguas para satisfacer su sed, ó tan sólo para contemplar la profundidad azul y la cristalina corriente.
Para contemplar de cerca el conjunto, ningún sitio mas adecuado que el del gran puente sobre el Nékar puente de piedra de cerca de 240 metros de longitud desde cuyo centro se registra un magnífico paisaje.
Confieso que sentí despecho y tristeza al contemplar el palacio de los cuadrumanos. ¿Qué cosa es un mono sino un remedo, una caricatura de este mono sublimo que se llama el hombre?
Una felicidad hubiera sido entonces, para Adriana, contemplar a las monjas en la media luz del crepúsculo formando hilera detrás de los arcos, con los labios rezando el rosario entre las manos juntas y los ojos perdidos en la visión vaga del esposo celeste.
Un pequeño arroyo bajaba en zigzag por las quebradas verdes del césped, formando remansos entre bambúes y palmeras japonesas, hasta desembocar en un lago minúsculo con bordes de follaje, tranquilo, gracioso, frágil, como uno de esos centros de mesa en los que el agua está representada por una lámina de cristal. Miguel se detuvo en lo alto de los jardines para contemplar de lejos el Casino.
No vino él al hogar con ánimo de provocarla, mas tampoco le parecía razonable ni conforme a su ministerio mirar en calma aquel estado de honda perturbación que le hizo prorrumpir en un momento de ira: «parecéis judíos.» Su entusiasmo religioso era sincero: la conciencia le dijo que, si los azares de la vida le hubiesen colocado junto a gentes extrañas, empecatadas como sus padres y hermanos, habría puesto tenaz empeño en convertirlas, y que mal podía contemplar fríamente la perdición de su propia viña.
Hablé de los cuadros de la galería, de las grandes emociones que debían recordar al capitán y del interés respetuoso que sentía al contemplar al héroe de aquellas gloriosas páginas. Entré también en detalles y cité, con cierto calor, dos ó tres combates en que el brik L'Aimable me había parecido realizar verdaderos prodigios.
Palabra del Dia
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