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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Esta comedia se distingue, desde el principio hasta el fin, por una serie de escenas tan ingeniosas como interesantes, y así en su conjunto como en sus partes es tan bella y tan perfecta, que debe ser considerada, con justicia, como una de las obras más excelentes de la poesía cómica. Poco menos divertido é interesante es el argumento de la titulada No hay peor sordo que el que no quiere oir.

Aquella noche se acordó en la tertulia acoger a la hija de don Carlos como una Ozores, descendiente de la mejor nobleza. No se hablaría para nada de su madre; esto quedaba prohibido, pero ella sería considerada como sobrina de quien tantos elogios merecía. Gran consuelo recibieron doña Anuncia y doña Águeda al saber por el médico esta resolución de la nobleza vetustense.

Remontaba el curso de su existencia. ¡La sorpresa, la cólera ante esta jugarreta cruel del amor, que había venido á interrumpir sus mejores años!... Su indignación fué semejante á la de los ciudadanos de la antigua Grecia que se amotinaron al saber que estaba encinta una cortesana considerada como una gloria nacional, una beldad que las muchedumbres venían á ver de muy lejos cuando se exhibía desnuda en las fiestas religiosas.

Cuando el fuego calienta la mano tenemos percepcion intuitiva de la sensacion del calor, en cuanto se halla en nosotros; si suponemos que esta sensacion es realmente un efecto de la actividad del fuego, conocemos la relacion de nuestra sensacion á dicha actividad considerada en general é indeterminadamente, como orígen de nuestra sensacion; pero no conocemos intuitivamente la actividad en misma, porque esta como tal, no está representada en nuestra sensacion.

Todos los autores que han escrito la historia de las bellas artes en España cuentan que, habiéndose intentado cobrar tributo de alcabala a los pintores, éstos, representados por Ángelo Nardi y Vicente Carducho, litigaron en demanda de que la pintura fuese exenta y considerada como arte liberal. Las declaraciones hechas en aquella ocasión por varones eminentes son curiosísimas.

De todas maneras, tampoco el hallazgo de aquella patriarcal y mínima república en lo más escondido de una comarca salvaje, considerada por en los primeros instantes como un destierro inclemente, era para despreciado.

Hay tambien en Verona, considerada como monumental, un arco romano, de triunfo, que sirvió para la entrada de un emperador: en la calle en que está este arco se conservan todavía los listones de baldosas de la via que conducia á Roma, para cuya ciudad, á pesar de tan grande distancia, habia como desde todas excelentes caminos.

La tiranía se levantó, imperó veinte años en nuestro pais haciendo rodar cabezas, y cayó al fin postrada por sus propios escesos, sin que un solo poeta le quemara un grano de incienso, lo que prueba que la poesía ha sido considerada entre nosotros como un verdadero sacerdocio, mientras que la prosa se prostituia torpemente.

Las líneas citadas han impulsado á Lord Holland (modelo al cual se han ajustado casi todas las biografías de Lope), á suponer que nuestro poeta manifiesta falta de gratitud y de satisfacción propia, cuando divinizado por el pueblo, visitado por los grandes, lleno de honores y pensiones, cree, sin embargo, que su dicha no iguala á sus merecimientos. Fúndase el autor inglés, para opinar así, en la cuantía de las sumas, que, según dice Montalván, ganó Lope con sus obras. Pero, ¿qué resulta de estos datos, que exagera Montalván , como acostumbra siempre que trata de números, según probaremos en breve? ¿Son, acaso, exactos, ó hay otras razones, en que apoyarse? 80.000 ducados por las comedias, 6.000 por los autos, 1.100 por sus demás escritos, 10.000 en regalos de diversos grandes, ó, lo que es lo mismo, 97.000 ducados, que equivalen á unos 250.000 francos, distribuídos en setenta y tres años que vivió, ó, por lo menos en cincuenta, que comprenden su vida de escritor, además de 740 de producto de sus beneficios, apenas son bastantes para haber atendido á la satisfacción de sus necesidades, á la subsistencia y educación de sus hijos, y á sus inclinaciones caritativas. Su generosidad para con los pobres era tan grande, que su casa era considerada como lugar de refugio de todos los indigentes. Y aun en el supuesto de que fuese pródigo en demasía en dar limosnas, ¿arrojará esta propensión mancha alguna en su carácter? Consta que reducía sus propios gastos, y los de su familia, para dar su dinero á los demás; cuando su hija Feliciana se casó con D. Luis Usátegui , no pudo dotarla, viéndose obligado á recurrir á la generosidad del Rey. Por lo que hace á las quejas sobre la poca estimación que merecía su talento, y sobre las críticas mezquinas que se hicieron de sus obras, cúmplenos manifestar, que, á nuestro juicio, aluden á las disputas literarias, de que tratamos en las líneas anteriores, fundándose en los indignos ataques de Rámila, de Góngora, etc. Sin duda Lope de Vega conocía y sentía su mérito, y al pensar en sus obras, llenábase su pecho de natural orgullo; pero esto no justifica el aserto de que adoleciera de vanidad literaria.

Se dice: Dios no puede querer el mal moral; esta proposicion aunque negativa, lógicamente considerada, es en el fondo afirmativa. Dios no puede querer el mal moral, porque su voluntad está invariablemente fija en el bien, en aquel tipo sublime de toda santidad que contempla en su esencia infinita. La impotencia para el mal moral es en Dios una infinita perfeccion de su santidad infinita.

Palabra del Dia

ciencuenta

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