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Actualizado: 7 de julio de 2025
Ilusiones engañosas, livianas como el placer, no aumentéis mi padecer... ¡Sois por mi mal tan hermosas! Camina orillas del Ebro caballero lidiador, puesta en la cuja la lanza que mil contrarios venció. Despierta, Leonor, Leonor. Buscando viene anhelante a la prenda de su amor, a su pesar consagrada en los altares de Dios. Despierta, Leonor, Leonor. MANRIQUE. ¡Leonor! LEONOR. ¡Gran Dios!
Y en cuanto á usted, querido amigo, no tenga pesares, créame: posee usted en sí mismo lo que más se parece á la felicidad en este mundo, y gracias al Cielo, creo que siempre lo poseerá: la paz de la conciencia y la varonil serenidad de una alma consagrada al deber. Este anciano tiene razón, sin duda alguna. Estoy tranquilo y sin embargo, no me siento dichoso.
Hija afectuosa y sumisa, amiga generosa y segura, madre tierna y abnegada, esposa exclusivamente consagrada a su marido, la duquesa de Almansa era el tipo de la mujer que Dios ama, que la poesía dibuja en sus cantos, que la sociedad venera y admira, y en cuyo lugar se quieren hoy ensalzar esas amenazas, que han perdido el bello y suave instinto femenino.
Ninguna de las dos, ni la destinada al matrimonio, que era, por tanto, ignorante, ni la consagrada al claustro, que era ya medio doctora, habían entendido la conversación que acabo de referir. Las pobrecillas veían desaparecer un mundo y nacer otro nuevo sin darse cuenta de ello. Era la madrugada cuando las columnas de vanguardia comenzaron a salir de Bailén.
A 7 kilómetros de Tirlemont demora, sobre las dos márgenes del Dyle, riachuelo afluente del Rúpel, y por medio de este del Escalda, la triste y solitaria Lováina, cuyas murallas le dan la forma casi perfecta de un círculo. Habiendo perdido su industria y teniendo su poblacion casi en la totalidad consagrada á la agricultura, Lováina carece de todo movimiento comercial y fabril.
¡Oh, vén conmigo, vén, luz de mi vida, alma de fuego para amar creada y áun en el mismo infierno bendecida! ¡ah, no mates por Dios, mi alma querida, el alma triste á amarte consagrada! Deja ese mundo vano y mentiroso correr tras la ambicion que engendra el crímen, ese mundo de lágrimas ansioso, que no sabe ser grande y venturoso sin gozar el dolor de los que gimen.
Creyeron los más que D. Evaristo se alborotaría con esto, pues siempre hizo alarde de libre pensador; mas con gran sorpresa de todos, oyó la indicación del modo más sereno y amable, diciendo que él tenía sus creencias, pero que al mismo tiempo gustaba de cumplir toda obligación consagrada por el asentimiento del mayor número. «Yo creo en Dios dijo , y tengo acá mi religión a mi manera.
Es también de mencionarse cómo le respondieron con gemidos y lágrimas aquellas rudas y buenas gentes, por no hallar en sus lenguas palabras con que expresar lo que sentían; y cómo, finalmente, puso término a esta escena don Sabas acercándose a adorar y recoger la Forma consagrada, y sonó otra vez la campanilla... y salió del cuarto y de la casa el Señor de los señores y Rey de los reyes con la misma solemnidad y reverencia con que en ella había penetrado.
Palabra del Dia
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