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Actualizado: 28 de junio de 2025


En El más impropio verdugo para la más justa venganza, se manifiesta la energía de Rojas en algunas escenas, verdaderamente grandiosas, y que conmueven profundamente; pero, aunque en esta pieza dramática se noten algunas bellezas, peculiares sólo del genio, es, sin embargo, muy defectuosa en el plan y en el desarrollo, notándose en ella, como en otras muchas de Rojas, un empeño absurdo en exagerar lo trágico y lo terrible hasta convertirlo en cruel y antipático.

Sopla, y una tempestad alborota los mares; habla, y las nubes le responden por la voz de los truenos; mira, y los rayos del dia desaparecen, anda, los terremotos conmueven el mundo. Los volcanes se forman bajo sus pasos. Su sombra es la verdadera peste; los cometas le preceden en los ardientes senderos de los cielos, y se reducen a cenizas al menor de sus deseos.

El drama, á que nos referimos, y sin prescindir de su dignidad poética, debe descansar en las simpatías y el interés del pueblo; buscar sus móviles en la nación á que se dirige; explicarlos y depurarlos, y fundir en un solo conjunto la poesía popular y la forma artística más selecta, dar vestidura corporal, bella y poética á los recuerdos de lo pasado y á las aspiraciones de lo presente, que más conmueven á los hombres de su tiempo, y ante todo ajustarse á las creencias religiosas de los mismos.

Lisarda no puede ser conocida de ellos, porque cubre su rostro con una máscara: primero quiere sacrificarlos para saciar su odio á todo el género humano, pero las palabras de su anciano padre conmueven su endurecido corazón, y desde este instante determina expiar sus yerros haciendo la penitencia necesaria.

Semejantes a los Fuertes de los días antiguos, viven en sus torres de piedra, de hierro y de cristal, los hombres de Manhattan. En su fabulosa Babel, gritan, mugen, resuenan, braman, conmueven la Bolsa, la locomotora, la fragua, el banco, la imprenta, el dock y la urna electoral.

eres un espíritu superior, y ciertas preocupaciones no te conmueven. No dudes de que ha muerto. Vi su cadáver en una mesa de la clase de disección. ¡Ah, la Suerte! La diosa malvada y caprichosa!... ¡Hasta el último momento jugueteaba con él! Terminaba el invierno. La tarde parecía de primavera, con su cielo azul y límpido y su sol de dulce tibieza.

Hasta en el último rincon del mundo y sobre las mas altas cimas se le encuentra, imperioso, exigente, intratable, cuando no necesita de los demas, lacónico, frio, cargado de bastones, paraguas y mil enseres, impasible cuando los demas se conmueven, afeitado y perfumado en regla aun en el fondo de los precipicios y las neveras, y ataviado con su singular vestido de un solo color y un solo corte, que á fuerza de ser uniforme toca en la extravagancia.

Hélas ya alli sobre la cumbre de tus montes: ¡ay del dia en que cierres al sueño tus cansados ojos! ¿Oyes? tus templos se estremecen; en tus alcázares no resuenan mas que hondos gemidos. Voces misteriosas conmueven de noche el aire que respiras; gritos de desolacion turban de contínuo la paz de tus hogares. ¿Qué remedio has de hallar para conjurar la tempestad que te amenaza?

Tan diversos obstáculos crean á las mareas irregularidades aparentes que embargan y conmueven el ánimo. Nada más sorprendente que la contradicción de horas que ofrecen en dos puertos muy inmediatos. Empero bajo ese movimiento externo, el mar oculta otros internos, los de las corrientes que le atraviesan á tal ó cual profundidad.

Las obras del hombre me conmueven; las de Dios me imponen, me turban, me confunden. He subido con vosotros á los montes que levantan sus cúspides mas allá de las nubes; no he podido menos de doblar la rodilla sobre aquellas altas cumbres.

Palabra del Dia

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