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Es el uno un poeta, cuyos versos sonoros, religiosos y sentimentales, me conmueven y divierten poquísimo; pero que en prosa es un truhán bastante ameno y buen chico en el fondo. El otro es la flor de los caballeros principales: discreto, galante, gracioso y con un pico de oro para entretener a las mujeres y a todo el mundo cuando está de humor y se pone a charlar.

Toda la narración, los diálogos ingeridos en ella, y los varios incidentes, que aquí se omiten y que de un modo tan magistral y tan hábil llevan al desenlace, interesan, conmueven y se apoderan con tal hechizo del ánimo del lector, que de seguro no deja el libro hasta que acaba de leerle. En el certamen abierto y ordenado por el Ateneo, certamen en que fueron jueces los Sres.

Los versos no conmueven nuestras almas, no cautivan nuestras pasiones, sinó porque tienen algo de mas íntimo que la prosa, algo que se apodera de todo nuestro ser, encontrando mas directamente el camino del espíritu y de los sentidos, y trayéndonos impresiones mas completas que las que el lenguaje por solo y desprovisto de estos accesorios puede despertar.» Y mas adelante agrega: «La rima es una especie de llamamiento al recuerdo y á la esperanza, ella despierta una sensacion pasada y hace desear una nueva, realza la importancia de los sonidos, y en cierto modo una especie de colorido á las palabras

No pudiendo resistir su debilitado organismo a la violencia de los afectos que conmueven su espíritu, Prisca cae enferma de enfermedad mortal, y exhala el último suspiro cuando, terminada ya la custodia nueva, pasa en solemne y triunfante procesión por la puerta de su casa.

Este medicamento no es insidioso, si se tiene en cuenta que los síntomas poco graves á que corresponde conmueven de tal manera al organismo, que las circunstancias de que se rodean no inspiran seguridad; así es que un vómito por ejemplo, con frio moderado al principio de una fiebre, se le verá complicado con una postracion considerable, con una sed ardiente, con un síncope.

Esta escena es admirable, y completamente perfecta en todas sus partes. El heroísmo del padre, resuelto desde un principio á sacrificar sus afecciones personales por su Rey y su fe, aunque sin ahogar por entero la voz de su corazón; la resignación del hijo, dispuesto á la muerte con alegría, porque muere por su Dios y por su patria, nos conmueven y afectan de una manera indecible.

De este modo los más frívolos sucesos, que no parecen tener fuerza bastante para alterar con su débil paso la serenidad de la vida, la conmueven hondamente de súbito y cuando menos se espera. Poco después entró en la sala el memorable D. Diego, conde de Rumblar y de Peña Horadada, y con gran sorpresa mía, ni saludó a la condesa, ni esta tuvo a bien dirigirle mirada alguna.

Con todo, pronto el interés que me inspiraban mis novelas, fue desvanecido por un acontecimiento sorprendente, inaudito, que acaeció en el Zarzal, algunas semanas después. Uno de esos acontecimientos que no conmueven las bases de los imperios, pero que siembran perturbaciones en el corazón o en la imaginación de las jóvenes. Era un domingo.

La fiebre que la devoraba remitió en pocas horas como esas grandes tormentas de los trópicos que arrancan de raíz los árboles, derriban las casas, conmueven las montañas, y un rayo de sol detiene en medio de su carrera. Esta feliz revolución se operó tan bruscamente, que el señor Gómez y la condesa no daban crédito a la realidad.

El estado de ebriedad en que se hallaba no le valió de excusa ante el señor Aubry, que lo despidió. Desde ese día, el sentimiento de Juan hacia su protector se convirtió en verdadera idolatría. Los actos justos conmueven infinitamente a los niños. Por segunda vez, el señor Aubry hería el corazón de su protegido.