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Actualizado: 28 de junio de 2025


Aquí no hay padre ni hijo; sólo hay el duque de Lerma, favorito del rey, y el duque de Uceda, favorito del príncipe de Asturias. Oíd, pues, las condiciones de avenimiento entre el duque de Lerma y el duque de Uceda. ¡Oigamos! dijo con sarcasmo Lerma. Me daréis una parte de lo que os produce el favor del rey. Disgustos, compromisos.

Pero usted valsa como nadie... Yo no podría valsar con otro después de haber valsado con usted. Y bien, señorita, la cuenta es muy sencilla, bailemos todos los valses... ¡Oh! ¿Y los compromisos?... me dijo con cierta petulancia altiva. Es muy sencillo: los viola usted le repliqué con igual tono. ¡Me cuadra! Está hecho el trato.

Y aunque todo lo que contaban fuese cierto... ¿qué había de censurable en que él marchase sin compromisos por el mismo camino que otros habían frecuentado antes? «El mar era... el marEstaban aislados del mundo, en medio de la soledad, como si la vida hubiese concluido en el resto del planeta, olvidados de sus leyes y preocupaciones.

Entonces repuso don Simón, apretando más y más las manos de don Recaredo , ¿me será lícito esperar que logre usted romper, o desatar, esos compromisos de tan poca consistencia? Para , señor don Simón dijo el hidalgo con cierta solemnidad , tratándose de compromisos de mi palabra, lo mismo son las ligaduras de hierro que las de estambre.

A Rosalía empezó a repugnarle tanta circunspección, y ya estaba reuniendo todo su desprecio para dedicárselo por entero, cuando la idea de los compromisos del día 9 la acometió con furia. Pez, leyendo en su cara, le dijo: «Está usted pálida». Rosalía no le contestó.

El ministro, que se mostró conmigo tan amable y complaciente como siempre, me dijo que me llamaba porque había querido manifestarme personalmente que mi comisión, por virtud de imprevistos acontecimientos políticos, se había hecho muy urgente y yo debía disponerme para el viaje; pero, defiriendo a mis compromisos contraídos con la familia de Avrigny me concedía, fiando en mi discreción, el tiempo que necesitase para preparar a mi novia y a su padre.

Y ¿cuál la magnitud de mi disgusto y de mi pena al considerar que yo poseía el remedio de la más grande de las suyas, y, sin embargo, me resistía a ofrecérsele? ¿Era honrada esta conducta mía? ¿Estaba obligado yo a aceptar compromisos imposibles de cumplir? ¿Estaba bien demostrada esta imposibilidad? ¿Cabía, en la duda, el recurso de prometer, a reserva de cumplir hasta donde se pudiera?...

El joven diplomático le escribió una carta desolada poniendo su suerte entre sus manos y terminando por estas líneas de una hábil política: «¿Qué debo hacer, Liette? Dígamelo usted, pues ya no lo yo mismo. Apelan a mi honor, a compromisos de familia, a mi gratitud hacia mi tío, a mi piedad por su hija... Yo no oigo más que la voz de mi razón y mi amor... Necesito un guía que me ilumine.

Y poseo, quizá, algunas cualidades que no conocéis... , Juan, lo que sois vos, y los compromisos que contraigo tomándoos por esposo: seré para vos no sólo una mujer cariñosa y buena, sino también valiente y firme.

Y si los compromisos y exigencias de la política de baja esfera que hoy predomina en nuestro país, encontraron en el Archipiélago filipino ancho campo donde cebar su apetito por medio de empleos perfectamente inútiles en un territorio aún no dominado, en las esferas gubernamentales debe procurarse dotar á aquel Ejército del número de Generales, Jefes y Oficiales que fueren necesarios para la movilización de fuerzas capaces de hacer frente á las eventualidades que en el exterior pueden presentarse, y que en el interior terminen de una vez la unidad de dominio, con tanta gloria allí iniciada por nuestros antepasados.

Palabra del Dia

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