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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Francisco, su sirviente, se había acercado varias veces, de puntillas, sin valor para llamarle. Julio al fin se levantó, echó sobre Francisco una mirada vaga y entrando al escritorio lo alumbró. Vio el marco vacío y comprendió que Muñoz había robado el retrato. No atribuyó a esto mayor importancia.
Comprendió que era necesario salir de él á toda costa, si no quería fenecer de un empacho de bilis. Y determinó volverlo todo patas arriba con un golpe de audacia, súbito, inesperado.
La abuela tiene la costumbre de consultar con él todos sus asuntos, pequeños y grandes. Era, pues, el caso de hacerlo. En cuanto entramos en su despacho, el padre Tomás comprendió que había electricidad en el aire. ¿La señorita Magdalena ha roto su muñeca? preguntó sonriendo al ver la seriedad de la abuela.
Así ... muy exaltados, muy amigos de embaucar al pueblo y pronunciar discursos ... pues, así como tú. Lázaro su asustó más y comprendió menos. Esos chicos valen mucho. ¡Si supieras qué útiles son! Amantes de la libertad, habladores, impetuosos, entusiastas. ¡Ah! No temo yo á éstos ... Lo harán bien. ¡Plan magnífico!
Pero, sea como sea, se pasó la tarde, y cuando los niños se reunieron otra vez, y Sandy, con una delicadeza que la maestra comprendió perfectamente, se despidió de ellos con toda tranquilidad, en los arrabales del pueblo, les pareció a todos aquel día el más corto de su vida.
Solamente los murmullos de aprobación con que fueron acogidas las palabras del joven le sacaron de su ensueño y entonces comprendió que se le atacaba de frente. Señores objetó con suave tono, comprendo muy bien su impaciencia, pero las formalidades administrativas van menos de prisa que sus deseos. Hecha está mi opinión en este asunto y expresada la tengo en mi informe dirigido al ministro.
Y Rosita, al cantar esto, miraba a Martín de tal manera con los ojos brillantes y negros, que él se olvidó de que le esperaba Catalina. Cuando salió de casa de la señora de Briones, eran cerca de las once de la noche. Al encontrarse en la calle comprendió su falta brutal de atención. Fué a buscar a su novia, preguntando en los hoteles. La mayoría estaban cerrados.
Así lo comprendió la condesa, y con gran impulso de risa tomó la moneda, teniendo todavía valor para profanar en sus impuros labios aquella hermosa deprecación, aquella santa respuesta que da la fe a su hermana la caridad, por la humilde boca del pobre: ¡Dios se lo pague!...
Bajando mucho la voz, dijo: Ocultó su rostro entre las manos. ¿Y no se dijo usted en ese momento que ella tenía razón; que entre usted y ella el amor estaba condenado a una triste vida? ¿No comprendió usted que era necesario dejar a aquella mujer entregada a su destino, a fin de evitar uno peor?
Contenta Isidora de esto, comprendió cuánto influye en la formación del carácter del hombre el ambiente que respira, las personas con quienes tiene roce, la ropa que viste y hasta el arte que disfruta y paladea.
Palabra del Dia
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