Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de mayo de 2025
La distancia había impedido a Van-Stael darse cuenta desde el principio de lo que se trataba; pero al acercarse la chalupa a aquellos parajes lo comprendió perfectamente.
Ya lo oyes, Pedro... La condesa no necesita tu vida por ahora... Puedes marcharte sin temor. Pedro comprendió que tenía razón; pero no hubiera cedido á no encontrarse con los ojos suplicantes de su amada. Al fin, posando los suyos sobre ella, y envolviéndola en una mirada grave y tierna, le dijo con acento enérgico: Hasta luego.
Me parece a mí que mi mujer me importa más a mí que a nadie.... Y usted dispense este lenguaje... pero, francamente, esto ha sido una quijotada. Quintanar comprendió que aquello era una insolencia, pero estaba furioso y no quiso recogerla.
Y alzaba mucho la voz al llegar a esto de la honradez. Viendo el gobernador que el cacique perdía absolutamente la sangre fría, comprendió que el negocio andaba mal parado, y le preguntó severamente: ¿No ha respondido usted de la elección, con cualquier candidato que se presentase?
El marqués comprendió instantáneamente cómo ella se daba cuenta de todo... todo lo sabía, y ese mirar desesperado, ardiente, suplicante, imperativo, lo conjuraba, lo exhortaba y le mandaba vivir y conservarse para ella. En momento alguno su sombría beldad tuvo poderes tales de fascinación. ¡Pedro se puso en el terreno, apuntó e hizo fuego!
Aunque me ames, Miguel, tengo la seguridad de que no sientes por mí la admiración respetuosa, el entusiasmo que sentías el día de Carnaval echado a mis pies en el carruaje... ¿Comprendes ahora mi tristeza y mis lágrimas? Miguel comprendió que era necesario estar de acuerdo con la generala, aunque fuese por breves instantes. Bajó la cabeza y quedó pensativo y triste.
Cuando la columna de Ortiz hubo andado seis ú ocho leguas, comprendió su animoso jefe que no le sería posible hacerse acompañar de la pequeña fuerza de infantería que le seguía, pues los soldados, rendidos de fatiga, no podían dar un paso más.
Cuando ya clareaba el día, sintió ruido en la casa; mas al punto comprendió lo que era. «Ya está en pie la rata eclesiástica. Ahora se va a oír siete misas lo menos... y a tratar de tú a la Santísima Trinidad. ¡Pobrecilla, qué sacará de eso!... Pero en fin, saque o no saque, es una felicidad ser así...». iv
Velarde comprendió al punto todo lo que aquello significaba, el valor inmenso de aquella dicha comprada por ocho cuartos, y una oleada de afectos y sentimientos dormidos se levantó entonces de su corazón, poniéndole de repente delante todo el pasado, con la amargura del bien por nuestra culpa perdido, con la poesía que reviste en la mente de la juventud todo recuerdo, con ese vago hormigueo de sombras queridas que despiertan en la imaginación toda época lejana... En medio estaba su madre, cuyo primogénito era, y en torno sus hermanos pequeñitos, llorando todos, como los había dejado él tres años antes al darles el último abrazo.
Comprendió que el tener razón era allí lo de menos. A Ronzal ya le echaban chispas los ojos montaraces. Se había embrollado y esto era lo que más le irritaba siempre, perder el discurso a lo mejor. ¡Sí, señor, esa cuestión; y quiero que se hable claro! Ni él mismo sabía lo que exigía. Foja se encargó de poner las cosas claras.
Palabra del Dia
Otros Mirando