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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Comprendió también que era un joven distinguido, rico é influyente, y su admiración tuvo mucho de respeto. ¿Pero á qué circunstancias debo este gran favor que usted me ha hecho? decía Lázaro. Quiero saber cómo podré pagar....
Al acordarse de su mujer experimentó aquella ausencia de las piernas, sensación insoportable que nunca faltaba en los grandes apuros. Callaban los dos. El notario comprendió que allí había gato encerrado; «algún misterio de familia», pensaba él.
¡Ta! ¡ta! exclamó el duque . ¡Así son las mujeres! Tú estás enferma, querida, y no serán las flores de azahar las que te curen. ¡En cuanto a mí...! Su mirada acabó la frase de modo tan expresivo que hasta el mismo duque la comprendió. ¡Eso es! dijo ; ¡a vuestra comodidad! ¡moríos las dos juntas! ¿Y entonces qué será de mí? Usted será rico, padre mío dijo Germana abriendo la puerta del comedor.
¿Para qué? replicó Joshé y luego, dirigiéndose al señor, le preguntó: ¿Es la criada, eh? No, esta señorita es mi hija contestó fríamente el señor Arizmendi. Cracasch comprendió que había dado un tropiezo y para enmendarlo, dijo: Es muy guapa. ¡Ya se parece a usted, ya! No. Si es hijastra mía contestó el señor Arizmendi. Ja, ja... ¡qué risa!... Ya tendrá novio, eh.
Desde el día en que le hizo aquella horrible proposición, que no podía recordar sin sentirse inflamado de cólera, comprendió que no sería dueño jamás del corazón de María. Una voz secreta e implacable se lo estaba diciendo sin cesar al oído. Así que no le causó gran sorpresa la carta en que se le notificaba la entrada en el convento. Hacía ya algún tiempo que corría este rumor en la población.
De continuar su hermano en la Universidad, acaso hubiese procurado romper pronto sus relaciones con el impresor; mas viéndose Pepe obligado a hacer lo mismo al poco tiempo, Leocadia comprendió que no podía por esto rechazar a Millán, y continuó aceptando su cariño, sin que la correspondencia con que lo pagaba mereciese en realidad nombre de amor.
Nadie comprendió mejor que Sarmiento, en su vejez, la verdadera limitada condición de esta obra; nadie ha discernido mejor que su propio autor lo que hay en el Facundo de personal y de colectivo, de transitorio y de permanente, de provisional y de esencial.
La verdad es, sin embargo, que tales comedias no eran las de su predilección. Comprendió perfectamente que el lujo escénico daña más que favorece á la esencia del arte dramático.
Su blancura, su transparencia nítida, lo afilado de los dedos, lo sonrosado, pulido y brillante de las uñas de nácar, todo era para volver loco a cualquier hombre. El virtuoso vicario comprendió, a pesar de sus ochenta años, la caída o tropiezo de D. Luis. ¡Muchacha exclamó , no seas extremosa! ¡No me partas el corazón! Tranquilízate. D. Luis se ha arrepentido, sin duda, de su pecado.
Si el hijo se hace sacerdote, decía Cabesang Andang, la madre no nos ha de pagar lo que nos debe... ¿quién la cobra entonces? Pero al ver que Plácido hablaba en serio y leyó en sus ojos la tempestad que rugía en su interior, comprendió que por desgracia lo que contaba era la pura verdad. Quedóse por algunos momentos sin poder hablar y despues se deshizo en lamentaciones.
Palabra del Dia
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