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Actualizado: 26 de mayo de 2025
¡Dios mío, Godfrey! dijo con tono compasivo, porque inmediatamente pensó que su marido debía sentir el deshonor más vivamente aún que ella. El dinero estaba en la Cantera prosiguió Godfrey , todo el dinero del tejedor. Todo ha sido recogido y en este momento llevan el esqueleto al Arco Iris. Pero yo me vine a contároslo todo; no he podido contenerme, era preciso que lo supierais.
Echaron al agua la chalupa, fueron en busca de aquellos dos hombres, los trajeron y se los presentaron al capitán que, maravillado y compasivo, contemplaba los desencajados rostros, la palidez enfermiza y el aspecto abatido y miserable de sus huéspedes imprevistos. ¿Quiénes sois, desventurados? les preguntó Morsamor.
Porque yo soy el mesmo don Quijote de la Mancha que este buen animal ha dicho, puesto que se ha estendido algún tanto en mis alabanzas; pero comoquiera que yo me sea, doy gracias al cielo, que me dotó de un ánimo blando y compasivo, inclinado siempre a hacer bien a todos, y mal a ninguno.
Así es que en cuanto se retiraron Nieves y su padre a Peleches, que fue muy pronto, y el boticario y Leto a su botica, se armó en la Glorieta la de Dios es Cristo entre los galanes villavejanos y las respectivas damas, que no querían ser plato de segunda mesa... mientras Maravillas, sentado en el último banco hacia el mar, solo, quietecito y sosegado, flagelaba con su eterna sonrisa de compasivo desdén, aquel cuadro de miserias humanas, fruto natural y lógico del lamentable resabio de ir a misa y creer en Dios.
Cuando llamaron a su puerta maltrechos, hambrientos y rendidos, les admitió a condición de que, para no comprometerla, saldrían de su casa con el primer claror del día; así que, al rayar el alba, ellos, sin esperar a que les llamase, se levantaron del montón de hojas de maíz que les sirvió de cama y con rudo lenguaje dieron gracias a su compasivo huésped, que les despidió diciendo: Sois guiris: ¡no importa!
A esto se oponía el carpintero, que se jactaba de ser hombre de bien y compasivo, que alguna vez intervenía en los castigos para aplacarlos, pero que la mayor parte de las veces dejaba a su esposa "que enseñase a su hija", como él decía a los vecinos que le recriminaban. Sus ideas pedagógicas chocaban con sus instintos piadosos, y cuando lograban sobreponerse ¡ay de la desgraciada niña!
Don Lope le da un puñal, con que se hiere al entregárselo , y al verlo en las manos de Don Mendo, se ve acometido de una vaga inquietud que lo llena de confusión. Doña Violante, después que Don Lope se ausenta, manifiesta la impresión que ha hecho en ella salteador tan compasivo. La fábula se muestra ya trazada magistralmente, y excita sobremanera la atención para averiguar lo que sigue.
No le fue difícil llegar al despacho del señor Director. Al verle y darse a conocer y preguntar por el Sr. Rufete, se le vinieron tantas lágrimas a los ojos y la garganta se le obstruyó de tal modo, que tuvo que callarse. El Director, hombre compasivo, la mandó sentar, rogándole que se calmase.
Era la tumba de su viejo amigo, el doctor Reynaud, muerto en sus brazos en 1871, y ¡en qué circunstancias! El doctor era como Bernardo, nunca iba a misa, y jamás se confesaba; ¡pero era tan bueno, tan caritativo, tan compasivo con los que sufrían!... Esta era la gran preocupación, la grande inquietud del cura. Su amigo Reynaud, ¿dónde estaría?
Se levantó como siempre, magnífico, sereno, sin mostrar temor alguno a los touristes, que le describen en sus cartas a los periódicos, ni menos a los poetas cursis, que le traen y le llevan y algunas veces hasta le mandan pararse para que escuche sus simplezas. ¡Muchísimo! El marino sonreía con semblante compasivo, como diciendo: ¡Qué sería el mundo, si los gustos fuesen iguales!
Palabra del Dia
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