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Actualizado: 10 de mayo de 2025
La joven se repuso un poco, y con voz tenue, dijo: Es mío. ¿Qué es suyo? dijo una de las mujeres. Si la vi yo correr como una desalación. Apuesto á que lo cogió en la casa del número 15. No, que venía de más abajo dijo otra. Apuesto que es de casa de la sa Nicolasa, la pupilera de ahí enfrente dijo otra mujer.
Se acercó por detrás del toro; y este joven, de delicada estructura y de fino aspecto, cogió de sus manos la cola de la fiera, y la atrajo a sí, como si hubiera sido un perrito faldero. Sorprendido el toro, se revolvió furioso y se precipitó contra su adversario, quien, sin volver la espalda y andando hacia atrás, evitó el primer choque con una media vuelta a la derecha.
Acabo de llegar de Madrid articuló con trabajo la dama, y me he dirigido a casa de mi marido, con quien hace tiempo estoy reñida... Deseaba reconciliarme con él... que concluyese esta separación tan fea y tan escandalosa... Un criado viejo que tiene... ¡un bruto!... no me permitió verle... me cogió por el brazo... me arrojó de casa a empellones... ¡sí, a empellones!
Fué a la mañana siguiente, muy temprano, cuando Cooper, siguiendo el rastro de sangre, halló a Yaguaí muerto al borde del pozo del bananal. De pésimo humor volvió a casa, y la primer pregunta de Julia fué por el perro chico. ¿Murió, papá? Sí, allá en el pozo... es Yaguaí. Cogió la pala, y seguido de sus dos hijos consternados, fué al pozo.
En un momento que cogió a Fortunata sola, le dijo temblorosa: «Arrepiéntete de todo, chica, pero de todo... Somos muy malas... tú no sabes bien lo malas que somos». iii Se acercaba la hora, y en el patio sonaba el rumor de emoción teatral que acompaña a las grandes solemnidades. El pueblo ocupaba el sitio infalible que la curiosidad dispone.
¡Federico! se cogió mi mujer a mi brazo. Pero la situación podía tornarse muy crítica si esperaba a que el animal entrara, y encendiendo la lámpara descolgué la escopeta. Levanté de lado la arpillera de la puerta, y no vi más que el negro triángulo de la profunda tiniebla de afuera.
Cecilia los vió partir y se puso a rondar el cuarto de su cuñado sin atreverse a entrar. Este, al salir en busca de Pablito, se la tropezó en el pasillo, que estaba medio a obscuras. La joven le cogió repentinamente la mano, se la apretó con fuerza, y clavándole una mirada anhelante, le dijo: No te batas, Gonzalo.
A la semana de tratamiento se encontraba tan bien, que comenzó a levantarse y a ir a la posada de Arcale, pero se creyó en el caso de hacer locuras, a pesar de sus años, y anduvo de noche entre la nieve y cogió una pleuresía. De esta no sale usted le dijo el médico incomodado, al ver que había faltado a sus prescripciones.
Luego está enferma... Enferma, ¿de qué?». ii Platón se despidió de su amigo, y cogió el lío diciendo que tenía que ir a la calle del Arenal. «Justo discurrió Maxi sin decir una palabra . Allí está su zapatero. Arenal, 22... Lo que me falta saber, podría averiguarlo siguiendo a ese bárbaro.
Con tan hermoso dote prosiguió nuestro notario, sería una lástima... Su boda de usted sería para mí la ocasión de uno de mis mejores contratos. Después sacó una cartera, cogió unos papeles y siguió diciendo: Vean ustedes la proposición que vengo a comunicarles.
Palabra del Dia
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