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Actualizado: 10 de julio de 2025
No es asombroso que en semejantes mansiones nazcan chiquillos escrofulosos, raquíticos y contrahechos.
Sólo te falta echarte á llorar como los chiquillos. A ver: serenidad, y suelta todos tus pesares. Veamos por qué crees terminada tu vida, cuando eres el hijo de la suerte. El millonario fué á hablar, y Aresti le interrumpió de nuevo: Por lo que pueda convenirte, te advierto que Fernando, tu ingeniero, aguarda ahí fuera.
Yo quiero que lo seas. ELECTRA. Así me adorno para divertir a los chiquillos. ¡Si viera usted cómo se ríen! Pues un niño muerto. Así adornan a los niños cuando los llevan a enterrar. PANTOJA. Para simbolizar la ideal belleza del Cielo a donde van. No, no quiero parecer niño muerto. Creería yo que me llevaba usted a la sepultura. PANTOJA. Yo no te entierro, no. Quisiera rodearte de luz.
De mí nada dirán, pues en San Andrés bendito me casé con mi Roque, que está en gloria, de la consecuencia de una caída del andamio. Esta dice que tiene el marido en Celiplinas, y será que desde allá le hace los chiquillos... por carta... ¡Ay, qué mundo! Te digo que sin criaturas no se saca nada: los señores no miran a la dinidá de una, sino a si da el pecho o no da el pecho.
Eres peor que los chiquillos. Mira, hijita, cordera; cuando venga La Correspondencia, me la leerás. Tengo ganas de saber cómo se desenvuelve Salmerón. Luego me leerás La
Mi sueldo, no siempre pagado con puntualidad, a causa de la mala memoria de Castro Pérez y de mi timidez para reclamárselo, lo que ganaba mi tía con sus flores y sus chiquillos, y lo que Andrés nos daba, era lo único que teníamos. Resolvimos suprimir un platillo en la mesa, y eso que la nuestra no era, por cierto, mesa de banqueros ni de príncipes.
Todos los chiquillos de su escuela, que le aborrecían de corazón, se agolpaban en calles, plazas y balcones, a ver pasar al señor maestro, con su cruz de cartón al hombro y su corona de espinas al natural, que le pinchaban efectivamente, como se conocía por el movimiento de las cejas y la expresión dolorosa de las arrugas de la frente.
Hubo un rato de pánico en la casa; mas no fue de larga duración, porque los Bringas, saliendo al pasillo, vieron que por allí discurrían algunos vecinos de la ciudad, tan sosegados como si nada pasara. «¿Pero qué hay?». Nada: unos cuantos chiquillos que están alborotando en el portal; pero no hay cuidado. Del Ayuntamiento han mandado una guardia.
En ella, doña Inés iba a dar al señor obispo más trabajo que nadie, pues tenía siete chiquillos no confirmados aún, y uno todavía moro, como apellidan en Andalucía a todo ser humano antes de recibir el agua sacramental que le trae al gremio de la Iglesia. La noche del 15 de julio hacía muchísimo calor.
Asomaban caras curiosas, frentes guarnecidas de rizos, bocas de amarillos dientes descubiertos hasta la raíz por estúpido asombro, bustos envueltos en pañuelos de distintos colores; y más de cuatro andrajosos chiquillos saltaron detrás de Isidora para festejarla con gritos y cabriolas.
Palabra del Dia
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