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Actualizado: 10 de octubre de 2025


Los chiquillos la rodearon: uno le sacó la lengua, otro le tiró del mantón, y todos pusiéronse a hacerle pitos, descaradamente... Vino un criado y dijo que el señor de tal se había marchado ya...

Salud, amor, riqueza, paz y otras ventajas no satisfacían el alma de Jacinta; y al año de casada, más aún a los dos años, deseaba ardientemente lo que no tenía. ¡Pobre joven! Lo tenía todo, menos chiquillos. Esta pena, que al principio fue desazón insignificante, impaciencia tan sólo convirtiose pronto en dolorosa idea de vacío.

No descuidaba ella por eso el gobierno de su casa, que estaba saltando de limpia, y todo muy en orden, a pesar de los siete chiquillos que tenía, el mayor de ocho años; pero como la casa era muy grande, a los cinco mayores, entregados a una mujer ya anciana y de toda confianza, los tenía en el extremo opuesto de aquel en que estaba ella, a fin de que no turbasen con sus chillidos y gritería, ya sus solitarias meditaciones, ya sus lecturas, ya sus interesantes coloquios con el padre Anselmo, con el cacique o con alguna persona de fuste que viniese a visitarla.

Se le llenaron de lágrimas los ojos. «Bien decían en el Seminario murmuró con despecho que soy muy apocado y muy... así..., como las mujeres, que por todo se afectan. ¡Vaya un sacerdote ordenado de misa! Si tengo tal afición a chiquillos, no debí abrazar la carrera que abracé.

Habló después de las primas de la calle de Fuencarral; una era muy bonita, la otra graciosa solamente: las dos tenían novio, pero no valían cuatro cuartos: chiquillos que todavía estudiaban en el Instituto. Tenían, además, un hermano, que era el primo que había sido su novio; éste ya era bachiller y se estaba preparando para entrar en el colegio de Artillería.

Es el paraje en que se efectúan todas las fiestas y regocijos públicos de la villa, las iluminaciones y verbenas, fuegos de artificio, ascensión de globos, música, danza y giraldilla: sirve además de punto de reunión para el gremio de mareantes cuando necesitan congregarse y tomar algún acuerdo, y de real para la feria y de campo de maniobras para los chiquillos de la escuela.

Naturalmente, tuve que seguirla y aún tengo levantado el estómago del hedor y de la podredumbre en que se revolcaban aquellos chiquillos y de los guiñapos infectos que servían de cama a la madre. ¿Pero estaba verdaderamente enferma? ¿No habían mentido los niños? Lo estaba y mucho, según creo. Habían dicho la verdad.

En el siglo XVIII y aun á principios del XIX, interrumpía, durante las noches, el silencio de las calles de Sevilla, una voz lúgubre y monótona que más de una vez despertaba á los pacíficos vecinos y llevaba el terror á los chiquillos que descansaban en sus casas.

El menea la cabeza desaprobando, y dice que hubiera sido mejor comunicarle el descubrimiento que habían hecho. Después al abandonar la sala, se le oye murmurar palabras como «veintiocho años de servicios» y «bromas de chiquillos». Gertrudis y Juan cambian una mirada de inteligencia que quiere decir: «¡Qué aguafiestas

Lo que él debía hacer era llevar a su casa todo el pan que pudiese. ¡La pobre Teresa!... ¡con tantos chiquillos!... ¡Sebastián, no seas bruto! Quítate toas esas telarañas de la cabesa... No me contestes. No empieses a sortar barbariaes como otras noches. Mira que mañana voy a ir a misa a la Macarena...

Palabra del Dia

crocus

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