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Actualizado: 18 de julio de 2025


Los cementerios, de una blancura agresiva, parecen esfumarse y se pierden en el risueño paisaje como una nota sin importancia. La suavidad del cielo y del ambiente los convierte en jardines. ¡Un cadáver ocupa tan poco sitio y la tierra es tan grande!... Los hoteles que fueron hospitales redoran sos rótulos, desinfectan sus habitaciones, envían anuncios á los grandes diarios de la tierra.

Ana vio de repente, como a la luz de un relámpago, a don Víctor vestido de terciopelo negro, con jubón y ferreruelo, bañado en sangre, boca arriba, y a don Álvaro con una pistola en la mano, enfrente del cadáver. La Marquesa dijo después de caer el telón que ella no aguantaba más Tenorio. Yo me voy, hijos míos; no me gusta ver cementerios ni esqueletos; demasiado tiempo le queda a uno para eso.

«¡Valencia, Valencia, Valencia! Tus muros son ruinas; tus jardines cementerios, tus hijos esclavos del cristiano»... gemía el poeta cubriéndose los ojos con el alquicel.

Era una precursora de los invernantes actuales, una joven contemporánea de Lord Byron, seducida por la belleza del Mediterráneo y de unas montañas sin caminos, casi inexploradas. Al morir, la habían enterrado en el promontorio desierto, por ser protestante. Los pescadores y los cultivadores de esta costa solitaria repelían al extranjero, negándole hospitalidad hasta en sus cementerios.

Recorriendo rápidamente los barrios de la ciudad pude penetrar en varias iglesias y recorrer sus cementerios adyacentes. Allí toda poesía falta: aquel no es el reino de los sentidos, sino el de la razon.

En comparación de los puestos de frutas y legumbres, ¿qué son las carnicerías, las pescaderías, las tiendas de caza y los rimeros de latas llenas de conservas? ¡Cementerios, campos de batalla, losas de hospital; algo que representa la muerte en lugar de la vida! ¡Ah! ¿Por qué no se contenta el hombre con ser herbívoro?

Cuando los hombres de Europa vivían en la edad de bronce, ya hicieron casas mejores, aunque no tan labradas y perfectas como las de los peruanos y mexicanos de América, en quienes estuvieron siempre juntas las dos edades, porque siguieron trabajando con pedernal cuando ya tenían sus minas de oro, y sus templos con soles de oro como el cielo, y sus huacas, que eran los cementerios del Perú, donde ponían a los muertos con las prendas y jarros que usaban en vida.

Nótese tambien que donde quiera las heredades están apénas separadas por insignificantes setos ó demarcaciones, cuando no enteramente continuas, ó apénas demarcadas por hileras de árboles, lo que indica un gran respeto por la propiedad; y que los cementerios se muestran en todas partes abiertos y respetados por todo el mundo con exquisita consideracion, lo que indica moralidad, índole candorosa y la conciencia general de que el interes comun es la mejor garantía de las cosas públicas, sin necesidad de que los gendarmas ó gentes de policía se muestren en legiones numerosas é impertinentes.

¡Tu presente es negro, cual las alas del panique de la noche! ¡Tu existencia triste, cual tristes son esas melancólicas flores que crecen en todos los cementerios de la India! ¡Ha tiempo eres esclava! ¡Ha tiempo fuiste llevada al mostrador de la usura y quedaste empeñada!

El extranjero quo ignora esto, se admira mucho, al recorrer á Southampton ú otra ciudad inglesa, de ver los cementerios al lado de las iglesias, separados de la calle solo por una verja con entradas libres, y ostentando sus sencillos y severos monumentos entre yedras y pequeños cipreses, sin que esto desagrade en manera alguna.

Palabra del Dia

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