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Actualizado: 14 de julio de 2025


Era el tiempo propicio: días claros y frescos: la gentil cazadora los empleaba corriendo por el monte a tiros con las perdices y conejos. Corre, corre, hija mía le decía don Germán viéndola llegar sudorosa y jadeante a casa . Aprovéchate de que el pobrecito aún pesa poco. Clara sonreía ruborizada. Su estado interesante ya era conocido en la casa y empezaba a ser visible para los de fuera.

585 Yo no lo que pasó en mi pecho en ese instante; estaba el indio arrognte con una cara feroz: para entendernos los dos la mirada fué bastante. 586 Pegó un brinco como gato y me ganó la distancia, aprovechó esa distancia como fiera cazadora: desató las boliadoras y aguardó con vigilancia.

Salvador ignoraba que Carmen unía siempre a la idea de la muerte la aparición del ave fatídica; pero al notar el entristecimiento de su semblante, adivinador y cuidadoso, le dijo, como quien cuenta una infantil conseja: Ya no volverá la nétigua nunca a volar sobre tu jardín. Yo la maté, ¿no sabes?, con mi escopeta cazadora, desde el balcón de mi cuarto.

Partió Sancho de carrera, sacando de su paso al rucio, y llegó donde la bella cazadora estaba, y, apeándose, puesto ante ella de hinojos, le dijo: -Hermosa señora, aquel caballero que allí se parece, llamado el Caballero de los Leones, es mi amo, y yo soy un escudero suyo, a quien llaman en su casa Sancho Panza.

Verdad es también que la cara que les pusimos nosotros no era para engendrar respuestas de cortesía. Al cruzarme con ellos llevé instintivamente la diestra a la cintura, donde tenía, debajo de la espesa cazadora, un revólver de seis tiros, y bien sabe Dios que no por recelo de los hombres.

Pero decía él que su cazadora valía por la piel de un proboscidio. No le entraban balas ni catarros. En cambio Quintanar, ceñido al cuerpo el capotón espeso, tenía que hacer esfuerzos para no dar diente con diente. ¡No, no hace mucho frío! dijo, por miedo de delatarse. «Afortunadamente éste es un sonámbulo que no se fija nunca en si los demás tienen cara de risa o cara de vinagre.

Una racha viviente, un huracán femenino que apareció en la puerta, acabó de despejarla del todo; entró Isabel Mazacán, con su paso de Diana cazadora, alta la cabeza, altiva la mirada; demasiado señoril para cocotte demasiado desvergonzada para gran dama. Besó a la duquesa, quitóse un guante, bebió dos sorbos de ...

En un arroyo, dijo Roger; y tomando la palabra les refirió los incidentes de su jornada, el ataque del bandolero, su encuentro con el rey, la recepción que le hizo su hermano y el rescate de la hermosa cazadora. Escuchábanle los otros atentamente, pero no había acabado su relato, que hacía andando entre los dos amigos, cuando Simón volvió pie atrás y se alejó dando resoplidos.

Hay en tu fisonomía una dulce gravedad que me recuerda siempre la expresión de la Diana cazadora del Louvre. ¡Ya salió la mitología!

No se apuró mucho, sin embargo: mientras el ministro leía, habíase ido incorporando poco a poco, haciendo mohínes de espanto y gestos de protesta, y de repente, con la agilidad de una gata cazadora que se lanza sobre el incauto ratoncillo, arrancó de manos del ministro la peligrosa carta y la arrojó al fuego... El papel se enroscó un segundo entre las llamas, quedando al momento convertido en cenizas.

Palabra del Dia

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