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Actualizado: 19 de junio de 2025
Esta situación era verdaderamente un cataclismo económico-bringuístico, y no inducía a pensar en grandezas.
Después, muchas figuras quedaron tendidas en el suelo. Si al principio las traslaciones se hicieron sin desorden, después se armó una baraúnda tal, que parecían andar por allí cien mil manos afanosas de revolverlo todo. Era un cataclismo universal en miniatura. Entre el estupor que tal fenómeno producía, algunos pequeñuelos reían locamente y otros lloraban.
Recuerda lo que ha visto en un pedazo de mundo asolado por la bestialidad de los hombres: ciudades en ruinas; pueblos que sólo levantan sus muros un metro sobre el suelo, como las urbes descubiertas después de un cataclismo; granjas incendiadas; campos interminables esterilizados, perforados, vueltos al revés por un cañoneo de cinco años; muchas tumbas... miles de tumbas... millones de tumbas.
En aquel cerebro yermo y duro, cuando llegaba a retoñar una idea, echaba raíces tan hondas, que no había huracán ni cataclismo que la arrancase. Pepet sería cura y correría mundo. Margalida la guardaba para un labrador que agrandase las tierras de Can Mallorquí al heredarlas. El Capellanet inquietábase al pensar en quién podría ser el favorecido por Margalida.
Tuvo bastante fortaleza para contener sus ansias y dejar para la tarde la visita. Su madre le habló como siempre, de lo que se murmuraba, y él encogió los hombros. Oía la voz dura y seca de doña Paula anunciando, por asustarle, el cataclismo de su fortuna, la ruina de su honra, como si le hablase de los cataclismos geológicos del tiempo de Noé. Le parecía que era otro Provisor aquel de quien el público se quejaba. «¡Ambición, simonía, soberbia, sordidez, escándalo!... ¿qué tenía él que ver con todo aquello? ¿Para qué perseguían a aquel pobre don Fermín si ya había muerto? Ahora el don Fermín era otro, otro que despreciaba a sus vecinos y ni siquiera se tomaba la molestia de quererlos mal.
Ya no parece aquello una tempestad, ni un huracán, sino un cataclismo que amenaza desquiciar la tierra, y en aquel momento, el supremo de la ópera, apareció por entre las cortinas de terciopelo carmesí que cerraba el fondo del palco de Currita una cabeza peluda y cetrina, que el tío Frasquito tomó por la del terrible Adamastor, genio de las tempestades, y Fernandito por el bilioso espectro de la indigestión, que evocaban ante él sus jugos gástricos alterados.
Tal vez algún día nos bendeciréis si acontece un cataclismo; si, como afirma no sabemos quién, el mar se derrama de uno al otro polo cada diez mil años. Os daréis por muy contentos de encontrar estas islas australes que os servirán de punto de refugio. »Preciso es confesarlo añaden; aunque por desgracia se perdiesen en esto sitio algunas embarcaciones, nuestra obra es útil, buena y grandiosa.
Aún esperaba él el remedio de tantos males: que manase de nuevo con abundancia el represado manantial americano; que se regenerasen los pueblos del Nuevo Mundo, y que su comprimida superior cultura retoñase y apareciese espléndida antes de que desapareciese la civilización europea en medio de las convulsiones de un horroroso cataclismo.
¡Las mujeres!... Aquellos jóvenes no hablaban de otra cosa; y Febrer, sentado a la gran mesa de la fonda, aprobaba en silencio sus palabras y sus lamentaciones. ¡Las mujeres!... La irresistible tendencia que nos liga a ellas es lo único que se mantiene firme después de los trastornos morales que cambian una vida; lo que permanece de pie en medio de los cadáveres de otras ilusiones destrozadas por el cataclismo.
Con la imaginación dió forma Lacour á este cataclismo. Vió una serpiente alada vomitando chispas y humo, una especie de monstruo wagneriano que al aplastarse contra el suelo abría sus entrañas, esparciendo miles de culebrillas ígneas que lo cubrían todo con sus mortales retorcimientos... El proyectil debía haber estallado muy cerca, tal vez en la misma plazoleta ocupada por la batería.
Palabra del Dia
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