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Actualizado: 17 de junio de 2025
La puerta principal de la iglesia estaba abierta de par en par, porque se acercaba la hora de las oraciones de la tarde, y desde afuera se veia la profusion de ornamentos candorosamente pintorescos que distinguen á las iglesias católicas en los distritos rurales . El cementerio no tenia muros, sino cercas de madera en forma de rústicas barandas, que le daban la apariencia de un jardin.
La rota de los turcos en Viena por las armas católicas fué el único suceso próspero de estos años. Se hicieron en la catedral piadosas rogativas para que Dios concediese sucesion al rey en su segunda mujer D.ª María Ana de Neuburg.
En este año y en el siguiente fueron contínuas en la catedral las rogativas por la felicidad de las armas católicas contra el rey de Suecia y los hereges de Alemania. En la cuaresma de este año se introdujo cantar en el campo santo un Miserere á que concurria de noche gran muchedumbre de ambos sexos, originándose de aquí algunos desórdenes.
Pero una religión desalentadora del esfuerzo personal para el mejoramiento de la condición personal es obstructiva o depresiva de la acción humana como un clima ingrato o enervante, y cuando concurren las dos circunstancias a la vez, su acción general es doble, como es el caso en las poblaciones musulmanas que habitan la zona tórrida en el viejo mundo, y el de las poblaciones católicas de la misma zona en el nuevo.
No daba un paseo sin que su término no fuera una iglesia. Sus excursiones preferidas eran en el distrito de Echallens, a Bretigny, a Assens, a Villars-le-Terroir, a causa de las iglesias católicas que encontraba por allí.
Entre tanto, acercábase el día designado para llevar el basilisco a las Micaelas. Nicolás Rubín había hablado al capellán, su compañero de Seminario, el cual habló a la Superiora, que era una dama ilustre, amiga íntima y pariente lejana de Guillermina Pacheco. Acordada la admisión en los términos que marca el reglamento de la casa, sólo se esperaba para realizarla a que pasasen los días de Semana Santa. El Jueves salieron Maxi y su amiga a andar algunas estaciones, y el Viernes muy tempranito fueron a la Cara de Dios, dándose después un largo paseo por San Bernardino. Fortunata estaba, con la religión, como chiquillo con zapatos nuevos, y quería que su amante le explicase lo que significan el Jueves Santo y las Tinieblas, el Cirio Pascual y demás símbolos. Maxi salía del paso con dificultad, y allá se las arreglaba de cualquier modo, poniendo a los huecos de su ignorancia los remiendos de su inventiva. La religión que él sentía en aquella crisis de su alma era demasiado alta y no podía inspirarle verdadero interés por ningún culto; pero bien se le alcanzaba que la inteligencia de Fortunata no podía remontarse más arriba del punto a donde alcanzan las torres de las iglesias católicas.
Como durante todo el tiempo de la dominación española, la enseñanza estuvo al cuidado exclusivo de los sacerdotes de la Iglesia Romana, si usáramos el mismo procedimiento del mencionado prelado, deberíamos acusar a dichos sacerdotes de haber con su educación instruido a los filipinos en el asesinato y el robo, y que la corrupción de costumbres era "todo fruto sazonado de las escuelas católicas."
Pero la persona más digna de mención entre los que visitaban a la hermosa señora era un jesuita del colegio Imperial, llamado el padre Gracián, hombre de mucha piedad y oración. Decían algunos que de la amistad del buen religioso con Genara iba a salir la conversión de esta, o sea su entrada en las buenas vías católicas.
Y cuando, al despedirse, Ido le dio su nombre, agregando que era profesor de primeras letras en las escuelas católicas, Maximiliano discurrió que no estaba en armonía la humildad del empleo con el saber y la destreza dialéctica que aquel individuo mostraba. Al siguiente día por la tarde, Maxi fue a Gallo y no estaban, de las personas conocidas, más que el cobrador municipal y José Izquierdo.
Apenas ve el Rey á Ana, reconoce en ella aquella misma visión que ha barrido sus creencias católicas. Arrebatado y confuso se aproxima á ella, enamorándole aún más sus palabras humildes é hipócritas. El astuto Cardenal observa á su señor y á Ana.
Palabra del Dia
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