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Actualizado: 5 de octubre de 2025
Pronto se casará entonces. ¡Ay, Dios! exclamó doña Rosalía con profunda lástima. Me parece que están verdes; hoy no se casan las jóvenes hermosas si no tienen dinero, ¿cómo se ha de casar ella no siendo rica ni bonita? Yo no la encuentro fea. ¡Ay, Dios! ¡Pobrecilla! Ya comprende que no debe pensar en esas cosas. Últimamente se ha metido mucho por la iglesia.
¿Y vuestra intención, Eppie, es ser suya? continuó Silas. Sí, más adelante respondió Eppie . No sé cuándo. Aarón dice que todos se casan un día u otro; pero yo le hice notar que eso no era cierto, porque le dije: «Fijaos en papá, que no se ha casado nunca». No, hija mía dijo Silas ; vuestro padre vivió solo hasta que le fuisteis enviada.
Cada uno tiene las mugeres que pueda comprar, y viéndose aburrido de ellas las rende á otros; y si llegan á tomar algunas cautivas, luego que llegan á sus toldos se casan con ellas: y si dichas cautivas, mas que sean indias, no van contentas, luego las lancean y las arrojan del caballo, y aunque estén medias vivas, las dejan.
Apolonio, ante la prosopopeya de Felicita, ya se halló en su elemento, y juró con la solemnidad y unción de un pontífice. «En medio de todo reflexionaba Apolonio , qué curioso drama el de Novillo y Felicita. Es algo así como el suplicio de Tántalo. ¿Por qué no se casan? No será porque no quieran ni porque nadie se lo impida. Y, sin embargo, no se casan.
No los esquilman las religiones, no los entresacan las Indias, no los quintan las guerras; todos se casan, todos, o los más, engendran, de do se sigue y se infiere que su multiplicación y aumento ha de ser innumerable. ¡Ea, pues, vuelvo a decir; vayan, vayan, señor, y deja la taza de tu reino resplandeciente como el sol y hermosa como el cielo!
Le mandan que vaya todas las tardes a una cuadra, que dice que pusieron allí la capilla de ellos... y le hacen que cante unas cosas en una lengua, que... no las entiende. Serán palabrotas y pecados. ¿Y ellos, quiénes son? Unos clérigos que se casan.... ¡En el nombre del Padre! ¿Pero se casan... como nosotros?
Al contar mis últimas impresiones sobre mi asunto favorito, hablé del deseo de saber lo que piensan los hombres que no se casan. ¿Para qué? preguntó la de Ribert un poco asombrada. Para comprender sus motivos de celibato. Puesto que hay solteronas recalcitrantes que lo son a pesar suyo, tendría curiosidad de saber los motivos que alegan esos caballeros para despreciarlas de ese modo.
De ese otro a quien odio y aborrezco, también tenemos que hablar; pero quien me importa verdaderamente, eres tú. Ya lo estás viendo: me has dicho que el niño nada tiene que ver conmigo, y sigo diciéndote que no puedo vivir sin ti. ¿Pues qué recurso sino conformarse? ¡Si fuera en Francia! Sí, allí creo que se casan y se descasan como perros.
Los convidados peregrinos ya hemos dicho que acuden de lejos cruzando los aires. Otros, que no peregrinan, despiertan de prolongado sueño, se revisten de sus vestimentas más ricas, y acuden también. Todos, como buenos vasallos, procuran imitar a los príncipes. Y como los príncipes están enamorados y van a casarse, todos se enamoran y se casan.
¡Y es tan positivista el siglo <sc>xix</sc>! En otros tiempos la hermosura y la virtud podrán haber sido un magnífico dote: hoy el dote está sobre la virtud y sobre la hermosura: los viejos son los únicos que se casan con las mujeres jóvenes, honradas y bonitas. El siglo <sc>xix</sc>, bajo cualquiera faz que se le mire, es el siglo de la sangre y del lodo. El siglo de la compraventa.
Palabra del Dia
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